jueves, 29 de julio de 2021

ciertas historias

Pero a veces no se trata de lugares. Se trata de historias. Uno echa raíces en algunas historias y se queda ahí, como cuando echo el ancla del velero y me sujeto al radio de borneo que elijo en mi cadena.

Eso me cuesta. Desarraigar de las historias.

La última tenía las raíces muy profundas.

Me llevó años terminar de mutilar las sujeciones. Años, créase o no.

Pero no lo hice yo, en realidad. Yo pensé que había casi un «para siempre» en su profundidad. Si de mí hubiera dependido, hubiera sido un «para siempre». Pero dejó de llover ahí. Las raíces dejaron de encontrar agua. Hasta el tzavar necesita algo de riego, por más que su hábitat sean los desiertos.

 

Era imposible no reflejarme en estas líneas de Gavrí, regresar de inmediato a leerlas nuevamente, y una vez más. Sentir que alguien describe eso que siento. Y vuelvo a pensar si no será ocioso regresar al mismo asunto, pero al parecer le crecieron raíces profundas a pesar del poco tiempo, sí, poco tiempo pero el terreno más fértil para sembrar parasiempres y tejer casualidades; raíces poderosas a pesar de su crecimiento en microondas. Aunque podría buscar y construir el argumento de que la semilla fue plantada hace veintitantos años en esos irresponsables días cuando me regaló una felicidad no conocida. Lo escribió perfectamente Gavrí: uno echa raíces en algunas historias y se queda ahí (Yo no aprendí a soltar amores...). También me hace preguntarme cuántos años necesitaré para desarraigarme de esta fecunda historia que parió tantos poemas, para rematar, para afianzarse más, para dejar constancia de su importancia: y tú que crees, que esto es muy normal, (...) yo nunca he estado así... 

 



1 comentario:

  1. No se de quien hablas poco se de literatura leo poco y nada leo la visa miro Netflix trato de ser buena
    Un abrazo .Me guse

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