miércoles, 28 de noviembre de 2018

de talentosas poetas, y no tanto.



Será que estoy bastante educado –iba a escribir influenciado pero creo más propicia esta palabra– por la Comunidad Ultraversal en la que tuve el enorme placer de leer extraordinaria poesía y de aprender algunas cosas sobre ella: la poesía. 

Será que me rodee de tantos poetas y escritores que mi percepción lectora se educó y se acostumbró a degustar poesía (por ahí he leído que no existe la mala poesía, sólo la poesía), o que me he vuelto una especie de mamón de las letras, pero me causa bastante desazón ver por la red regado demasiado material de Alejandra Pizarnik; que la verdad, al leerla, sus versos me parecen versitos demasiado insulsos y sin sustancia. No todos sus versos ni en la misma proporción pero sí me deja un mucho de escepticismo que se le alaben cualidades poéticas a versos que me parecen demasiado ordinarios.

Sé que los conocimientos que puedo tener como relativamente reciente lector de poesía son escasos, pero cuando comparo esos versos con lo que escribe Morgana de Palacios se me quedan más chiquitos todavía.

Aunque si lo reflexiono un poco es irremediablemente lógico que los versos de Pizarnik estén desperdigados por todo el internet, están demasiado cercanos a la, llamémosla, "poesía de facebook", que espero ya haya quedado claro que no es poesía en lo absoluto. Creo también que nos hace falta una palabra que englobe esos torpes versos, que son una rama bastante fructífera del hamparte.

Juzguen ustedes:

Insania

si me curo de ti
si un día me descubro en el espejo
sin las turbias ojeras que proclaman tu nombre

si al escuchar tu voz no se negaran
el resto de sentidos a sentir
y al mirarme en tus códigos 
no saltaran esquirlas de las letras de vidrio
a arañarme los ojos 
ni insólitas espinas de carey
a encresparme de rabia el pensamiento

si me curo de ti
un día extraño
en que tu marabunta se silencie
y algún dios compasivo se olvide de mi rostro
y me perdone, por despiste, el alma
hastiado de poesía

será que toqué el fondo de todos los impulsos
y entré en la mejoría que precede a la muerte
amnésica de vida

si me curo de ti y de tu pálpito
se me habrán suicidado los futuros

Quién me salva de mí

Quién me salva de mí.

Quién toma mi silencio de la mano
y me lleva a la cumbre de los solos
para esperar conmigo en la desesperanza.

Quién calla porque entiende
el corazón secreto de la melancolía
y aletea en mis pechos
como un enjambre místico de insectos alienados
por el aroma a histeria que desprenden.

Quién frena la impaciencia
y asume, pecador, que sigo viva,
sin conocerme aún lo suficiente
ni intuir lo escondido en mi memoria de aire.

Quién pone el cascabel al gato de un futuro
que no quiere avisar de su llegada
por violarme así, desprevenida
de todos los sigilos.

Quién oye mi Babel
sin temer a su amnésico cuchillo
y suelta su neblí sobre la noche
sólo para mis ojos.

Quién me salva de mí

Mortuus

Yo fui la frágil musa de un poeta maldito
de ojos oscuros, ciegos, de un brillo de fusiles:
un diluvio de gestos y palabras hostiles,
aguacero de junio salvaje y fortuito.

Fuí la exacta medida de su verbo proscrito,
Eutherpe aquilatada por mil letras prensiles
y entre lagos de cieno y amenazas sutiles
me creó y me deshizo, más allá de lo escrito.

Yo, liberta de mí, miro su prisionero,
colgado de la soga del verso traicionero
que le clavé un mal día con un puñal de sombra.

Péndulo en su latir de escala planetaria,
en acero mutó mi boca temeraria
y ya sólo es poeta, si mi boca le nombra.

http://ultraversalia.blogspot.com
y de mi nombre.


viernes, 23 de noviembre de 2018

esos Locos bajitos



A menudo los hijos se nos parecen y así nos dan la primera satisfacción... Y la verdad es que es realmente satisfactorio que todo el mundo diga que tu hijo se parece a ti; pura vanidad, qué hacemos. Independientemente de que así te evitas un poco esas bromas de mal gusto sobre el verdadero padre del chamaco, y en tu familia están infinitamente satisfechos de que la creatura se parezca a esta parte de la familia y no a aquella.

Le comentaba a Gil hace no mucho, que su herencia es debida a la genética paterna, aunque pudiera ser por aquello de que lo malo es lo que más fácil se reproduce y no porque esos genes machotes sean más fuertes o tramposos, si es que ese fuera el caso. Tanto su madre como yo nos parecemos a nuestros padres, y él, siguiendo esa pequeña tradición también se parece a mí. Aunque decir que se parece es poco, le escuché alguna vez a su madre decir con bastante más pesar que gracia, que ese niño era un clon mío. Ya qué: genes malos, genes fuertes.

Y como también dice aquel otro amigo en otra canción menos conocida: heredamos complejos, iglesia y equipo de futbol, y de futbol americano también, y eso es lindo porque nos podemos juntar a vitorear o sufrir con nuestros Washington Redskins o nuestros Diablos del Toluca. Entonces se podrán imaginar que el ya no tan pequeño Gil es fan de Juan Gabriel, José José y Ricardo Arjona, y un pequeño ateo demasiado devoto para su edad; y un ateo real en realidad porque no está bautizado.

Y bueno, me encanta esta canción por razones más que obvias, pero porque también es muy clara en que hay tantas maneras para joderle la vida a un inocente niño, como con nuestros –tan arraigados– rencores y frustraciones; y muchas otras cosas más.

martes, 20 de noviembre de 2018

la mujer de la cábala



...la cábala te dice muchas cosas sobre ti con una precisión muy grande...

Llevo varios minutos platicando sobre cábala, terapias psicoanalíticas y autoconocimiento; hablando desde mis entrañas y escuchando a esta mujer con atención, diciéndole algunas cosas que no le he dicho a nadie. Hablándole con demasiada sinceridad a una bella mujer que acabo de conocer, con la que me siento tan a gusto; con una copa en mi mano y la otra mano muy bien acompañada de su atractivo muslo.

La verdad es que no era difícil elegir entre ella y la chica que la acompañaba, una preciosidad de menos de veinte años, con extraordinarias piernas y lindísimo rostro. Soy igual a todos, si tengo que elegir elijo a la más bella. Porque mi reciente confidente es muy atractiva, pero ya se han juntado demasiados ayeres no tan felices debajo de sus ojos, que le acentúan la tristeza natural de su mirada. La triada entre sus nalgas, caderas y piernas me atraen demasiado, a pesar de las imperfecciones de la edad que muestra la desnudez de su piel donde quisiera posar mis manos, y luego mi boca. Morderla sin consecuencias.

No he sido yo quien eligió a la madura sobre la extravagante joven, han sido las circunstancias. Seré ordinario pero no soy un grosero, y mientras dialogaba sobre nada particular con la mayor, la joven de la inocente mirada se ha marchado, llamada por alguien más. Pocos minutos después me doy cuenta de lo afortunado que he sido de compartir una copa y la charla más sustanciosa en mucho tiempo con esta todavía bellísima mujer, quien luego me dejó boquiabierto al menear deliciosamente ese abundante trasero sobre el escenario. Nada que ver con los torpes aunque entusiastas movimientos de su pequeña discípula.

La única copa que pude comprarle se terminó demasiado pronto pero estoy satisfecho y contento, en este lugar de humo, alcohol y culos al aire bamboleándose entre los pasillos o sobre el escenario. Mi vanidad me hace sonreír. Me bastó una copa para que este mujerón me diera su número de celular. Y aunque no esté buscando una relación ni me atraiga en la absoluto enredarme con una mujer de la noche una parte muy insistente de mí sonríe al pensar que podría terminar una noche entre las sábanas de la hermosa mujer de la cábala. Qué hacemos, sólo soy un hombre común.

martes, 13 de noviembre de 2018

el que espera II

A pesar de que el mundo se nos ha vuelto una colección de inmediateces, donde parece que nadie está dispuesto a esperar por nada, acá en mi tierra la gente sigue siendo impuntual por convicción, y sí, no nos queda otra opción que esperarlos.

Ni la inmediatez del streaming en banda ancha, del skipe o de una conversacion whatsapp intercontinetal han podido contagiar al mexicano impuntual que sigue llegando tarde a todos lados, y lo peor de todo (peor para los puntuales), que se molesta en extremo si se le reclama la hora a la que ha llegado: "Ya no hagas dramas, ya estoy aquí". Bueno, ya dijo alguien que la mejor defensa es el ataque, así que el pedido por la extinción de los dramas puede venir antes que el reclamo del que tuvo que esperar.

De nada sirve que se haya repetido veinte veces que el camión partía a las 9:30 en punto estuviera quien estuviera. Diez minutos antes de las 10 nos mirarán de forma bastante desagradable cuando pidamos que ya parta el autobús: "Ya casi llegan, me acaban de avisar". "Aaaay, no seas así, ni modo que nos vayamos sin él", y más pendejadas por el estilo.

Luego esos mismos impuntuales no pueden creer que no hayan alcanzado el tour o el tren al haber llegado "únicamente" dos minutos después de la hora señalada, aunque hubiera imbéciles que llegaron treinta minutos antes, de los que no se enteraron debido a su habitual tardanza. "Qué mala onda no nos esperaron".

Más que irónica me parece tonta esa actitud de impaciencia frente a la tecnología mientras quieres que te sigan esperando, porque, pues, así eres. Y no vas a cambiar.


jueves, 8 de noviembre de 2018

Una rapsodia bohemia



La verdad es que me gustó mucho la película sobre esta parte de la vida de Freddy Mercury, la disfruté bastante. Creo que al menos la mitad de la película tuve mis pies inquietos siguiendo el ritmo de la música o del bajo del señor Deacon. Me abstuve de cantar, más por lo molesto que a mí me resultaría que alguien más lo hiciera que por otra cosa, como vergüenza; salvo al final, cuando llega Don´t stop me now (mi favorita de Queen) y ya ha terminado la película.

Luego, más tarde, me entero de que hay una especie de consternaciónmundialhipsterhistérica que está inconforme con lo que consideran una tapadera sobre la peculiar vida sexual del señor Mercury, por no decir extremadamente promiscua. Algo que no es noticia para nadie que sepa un poco sobre el fantástico (a mí me lo parece) grupo británico. 

Me considero todo lo opuesto a mojigato y no veo por ningún lado censura o rubor para decir que mister Freddy era un homosexual sin tabúes. 

No sé si esperaban verlo en cuatro patas mientras lo penetraban entre ocho tipos o algún tipo de eyaculación múltiple. La verdad no sé qué querían ver. No sé si el gore ha superado al buen gusto y a la sutileza o si soy yo, que me he vuelto un conservador de closet (haciendo referencia a los closets). No sé si es sólo esa necesidad o necedad de estar en contra de todo y de señalar que nada es como debiera ser; que a todo le ha faltado algo.

No sé. Pero creo que un intercambio de miradas llenas de deseo sexual fuera de un baño público me dice todo lo que ahí dentro pudo haber pasado. O que me puedo imaginar la clase de depravación que se vivió en una mansión llena de botellas, de restos de cocaína y de homosexuales.

No sé si me he suavizado, pero a mí me encantó.

“somos cuatro inadaptados sin nada en común, que tocan para otros inadaptados, para los marginados al fondo del salón, que saben que no pertenecen a ese lugar, pero nosotros les pertenecemos a ellos”.

sábado, 3 de noviembre de 2018

Recuerdos imborrables

Quizá la primer película que me impactó, que me habrá hecho abrir los ojos de más en más de una ocasión fue Excalibur. Yo tendría unos ocho años cuando fuimos con mis padres al videoclub que formaba parte de la Comercial Mexicana (un supermercado ya desaparecido); cuando la efervescencia de los videoclubs nos maravillaban: tantas opciones a la mano para escoger la preferida. Luego ya no hubo que ir tan lejos por una película, en el pueblo se instalaron varios locales de renta de videos Beta y VHS. 

Me estoy desviando del lugar al que quiero llegar con estas letras entusiastas pero es que he destapado una feliz cloaca cerebral que me ha inundado de recuerdos la mente. Qué días aquellos. 

Imagino que tendríamos algún tipo de entusiasmo por los caballeros medievales y quizá la mesa redonda, las justas a caballo y las batallas con héroes fantásticos cuando entre los pasillos de aquel mágico lugar encontramos esa película de la mítica espada y el legendario rey. No recuerdo nada de ello pero sí que la rentamos ahí.

Pasó que ese fin de semana de la renta de Excalibur mis padres asistirían a una fiesta en la tarde. Si yo tenía ocho mi hermana tenía diez, así que no había problema en dejarnos a los tres solos en casa con el refri con comida y la película dispuesta.

Y llegó el primer impacto. Cuando el padre de Arturo mediante magia se hace pasar por otro hombre para tener sexo con la mujer que deseaba, y tras esa jugarreta nacería Arturo, el heredero de la espada. Fue la primera escena de sexo que vi, y de hecho la primera vez que estuve en contacto con el coito. Porque la escena no es nada sutil. Como casi todo niño de esa edad sabía que una mujer y un hombre debían tener un encuentro sexual para procrear pero no sabía nada de la forma en que se hacía aquello.

Esa es una película bastante larga, tediosa en la madurez de Arturo y su búsqueda del Santo grial, por supuesto que no apta para niños, pero su fin había sido encontrar algo que pudiéramos ver mientras mis padres iban a su compromiso. 

Pero la gran sorpresa del filme no fue ese primer encuentro sexual como algunos lectores ya pensarían. Lo que me movió el alma durante la proyección fue estar en contacto por vez primera con Carmina Burana de la que conocí el nombre hasta muchos años después. Escuchar esa portentosa obra fue un verdadero shock, un encuentro que removió todas mis fibras sensibles, o algo así. 

Y es que música e imágenes hacen una maravillosa mancuerna. Será quizá una de las razones por las que amo el cine.

Me hubiera gustado ver la reacción de mi madre cuando vio aquella escena sexual y de inmediato pensó en sus hijitos, jajajaja. Debió ser divertido.