miércoles, 31 de agosto de 2022

La historia

 Se me ocurrió hacer un libro de artista en el que conjugara el estilo en acordeón con el libro normal, cosido. Y aunque no sabía muy bien cómo armarlo, poco a poco se me fueron ocurriendo cosas, y ha quedado lindo, al menos desde mi engañosa perspectiva.

Y tomando en cuenta que iban a ser bastantes páginas, se me ocurrió hacerlo con varios poemas que tuvieran algo en común, llegando a la conclusión de llenarlo con algunos de aquellos poemas de amor que le escribí a esa linda mujer que me movió el mundo y me hizo tan feliz aunque fuera por poco tiempo.

Así quedó:










viernes, 26 de agosto de 2022

presunciones 2

Y claro, el lugar donde más se nota que aquella invalidada idea sigue pegada por todos lados es cuando me enamoro. Aunque a veces no hay que llegar tan lejos, basta un poco de entusiasmo ante lo que podría ser sólo amabilidad y buena onda, para que la desprestigiada idea brille como los faros del carro de algún inconsciente, trayendo consigo todo lo que sin remilgos se presta a aparecer. 

Pero bueno, no voy por los días enamorándome de cualquiera que me pone un poco de atención, aunque creo ser muy proclive a hacerlo, todo hay que decirlo. ¿Dos veces en dos años es mucho? Seguro que lo es. Pero debo decir que fue el encuentro con dos mujeres con las que la atracción física es de lo menos atrayente.

Entonces, seguro no dispongo de una enorme muestra para decir lo que digo, pero emocionarme al grado de vernos viejos y contentos, quizá sea demasiado, incluso para alguien tan cursi como yo. 


Pero... qué otra situación podría transformar supercherías de viejas en verdades de la vida, avaladas por una marabunta de desesperados con velas prendidas y dedos cruzados. Qué cosa hay más atrayente y adictiva que el enamorarse, que enamorarse de alguien que también se está enamorando de ti, o que parece ser tan feliz como lo eres cuando comparten el tiempo que quisieras volver eterno.

Cómo no aferrarte si el señor Jorge Drexler lo canta tan lindo y elocuente: 

"...el amor que me darías, transformado volvería un día a darte las gracias."

"...donde a otro diste el amor que hoy yo te devolvería."



domingo, 21 de agosto de 2022

Presunciones

Sin pensarlo demasiado podría decir que el mayor cambio en mi forma de pensar de los últimos años es creer que no hay premios ni castigos en la vida. Aunque quizá si lo pienso con calma sería otra cosa. Que el Karma es un invento quizá menos irreal que el Infierno, pero con igual propósito, y que contrario a lo que muchos creen, demasiados se van de este plano sin pagar lo que supuestamente debían, aunque me parece que sean bastantes más a los que la vida les ha quedado a deber. Pero más que la vida, el desajuste en el saldo viene de amigos, familiares, conocidos y algún oportunista de ocasión. 

Que intentar vivir sin joder a los demás no tendría que verse como algo extraordinario, aunque lo parezca cada vez más. O ayudar a otro por un simple acto de cortesía y sólo eso.

Pero en ocasiones (más de las que me gustaría aceptar), el lado más ingenuo de mi mente se deja llevar por esas viejas ideas que supuestamente no saldrían del basurero, y que me hace pensar que quizá hice como esos que fingen tirar la pecaminosa comida al no comulgar con la dieta que se supone llevan. Tal vez sólo los escondí para luego, "por si las moscas" dicen en mi tierra. 

La cosa es que ahí están ambas posturas, la supuestamente vigente doblando la esquina donde anida la creidamente desechada, que se asoma sin pudor cada que quiere, soltando una carcajada cada que me escucha presumir que no existe más.

 



miércoles, 17 de agosto de 2022

escribir

 


Pienso que esto es escribir. Sólo esto, sólo así.

Sacar lo que hay adentro sin pensar en lo que puedan pensar los demás, a riesgo de quedar expuesto, desnudándose completamente. Si no, para qué. Las máscaras son para la calle.

Luego ya venir y hacerlo rimando, pues está un escalón muy pero muy arriba. O será que me fascinan las buenas rimas. 

Y bueno, a veces también quisiera desaparecer. 

domingo, 14 de agosto de 2022

El asunto no debiera parecernos ajeno en los tiempos que corren. Una tipa (conocida como influencer) piensa que puede ir a comer de gratis a uno de los mejores restoranes en México, sólo porque miles o quizá millones, no lo sé, viven pendientes de su vacua vida. Se cree tan famosa e influyente como para pedir trato de reina y comer comida cara sin pagarla. Señala que la forma de retribuir la comida será publicitando el restorán, tan famosa y poderosa se siente.

Hasta aquí nada raro, nada raro para estos tiempos de "influencers".

Sólo que el ofendido, porque en esta historia hay un ofendido, no se quedó callado. Y el chef Edgar Nuñez Magaña exhibió el cinismo y la desfachatez con que esta tipeja (y otros tantos millones) espera beneficiarse del trabajo de los demás.

Sólo hay que rascar un poquito para ver el cinismo al que llegan millones de este tipo de individuos. La desfachatez que tienen para pedir que les den sin querer pagar por nada.

Pero creo que es la cúspide de uno de los estilos de vida que desde hace no sé cuántos años imperan socialmente, llevado al extremo: la ley del menor esfuerzo. Del menor esfuerzo y del cinismo exacerbado. 

De cierta manera esta ley se resume en eficacia, hacer lo más con el menor esfuerzo, maximizar recursos. Quizá hasta podríamos aplicar también que "menos es más". Aunque al menos en el país tercermundista en el que vivo va por otro lado, hacer el mínimo requerido para salir del paso, que va de la mano con aquel "al ay se va", o como con aquello que hasta el más patriotero sabe: hacerlo "a la mexicana".

Aunque hay que decir que en este modo de operación de estos individuos no hay esfuerzo de por medio, sólo quieren que les den las cosas por sus lindas y filtradas caras. 

Y bueno, cada vez más niños y adolescentes aspiran a vivir así.

miércoles, 10 de agosto de 2022

Llevo días cargando una modorra gigantesca para escribir. Bueno, incluso para publicar, que tengo por ahí algo escrito para simplemente subirlo, pero también me ha dado pereza. Era primero de agosto y pensé que era un buen día para publicar algo, pero me volvió a ganar la apatía. Siento que el asunto va más por este lado de apatía, aunque ésta lleva consigo a la pereza inevitablemente.

Y creo también poder distinguir entre lo que se supone un bloqueo de escritor, de página en blanco, y este asunto apático perezoso que se apoderó de mí y de mi pobre fuerza de voluntad.

Sé que sentándome y obligándome a teclear, tarde o temprano algo saldrá, de hecho algunas veces pasa que tengo que dejar varias entradas abiertas porque mientras voy tecleando, en ocasiones aparecen más ideas de las que puedo manejar. Siento que he alcanzado ese pequeño escalón, que en realidad no supone un gran logro, aquí escribo cualquier cosa: no hay tema ni mínimo de palabras, la única restricción sería mi de repente pudorosa vergüenza.

Y sé que nada pasa si no publico nada. Pero sí siento que me fallo al no hacerlo. ¿Será un mero asunto de vanidad o de amor propio? Me inclino a pensar lo primero.





ser o no ser

 


 

Paradógico asunto.

Le dice el personaje de Laura Linney a David Gale, encarnado por Kevin Spacey, en La vida de David Gale: primero nos quejamos de que nos miren como simples objetos de deseo, y años después ya ni siquiera nos miran. Y lo anhelamos.

Dicen que le gustamos a quien no nos interesa y estamos embobados por quien nunca nos hará caso, o como escribió Sor Juana:

Al que ingrato me deja, busco amante;
al que amante me sigue, dejo ingrata;
constante adoro a quien mi amor maltrata;
maltrato a quien mi amor busca constante.