jueves, 29 de marzo de 2018

de la muerte


No sé, quizá a la hora de la hora de mi muerte, cuando esté cerca de ver a la huesuda cara a cara también me quiebre y pida que me traigan un sacerdote y recen por mí. Veo eso como algo imposible, imposible en este momento en que me limito a mirar a la muerte como a una compañera cercana que siempre está por ahí, pero a la que se evita, por costumbre aprendida, a mirar a la cara: no vaya a ser que le des tentación.

De nada se tiene certeza hasta que se le enfrenta. Desde la mujer ante el necio seductor que se presume como el mejor amante hasta cómo reaccionaremos ante la muerte del ser amado. La razón obedece al ego más que a nuestra esencia, y hablar a toro pasado sigue siendo tan sencillo.

Recuerdo que en Truman (que sigue siendo una ficción) el personaje de Ricardo Darín, famoso ateo, dice que ante la inminente muerte ha dejado su ideología de toda la vida y se ha aferrado a ese dios al que tanto había despreciado. Su gran amigo no se lo cree, pero el miedo no anda en burro, dicen por acá.

Por más librepensador que me crea no sé que pensaré ni sentiré en esos momentos, en caso de tener que enfrentarme a ellos; porque podría morir de súbito y nada de esto importará.


O podría también morir con una buena broma: y pedir no uno, sino dos sacerdotes. Para morir como Cristo, entre dos ladrones. Sería una buena puntada.

lunes, 26 de marzo de 2018

Aleteos inmortales




Pero hagas lo que hagas, prohibido el sincericidio, dijo tomando mi brazo y mirándome. La cara de desconcierto que he de haber puesto la animó a explicarme a qué se refería. No puedes ir por la vida abriéndole tus entrañas a cualquier tipa que muestra un poco de amabilidad hacia ti. Ya te he dicho que tu mirada a pesar de su tristeza tiene un algo de dulzura, se ve de lejos que eres buen tipo, así que no es complicado que una mujer sin piedras en el camino decida obsequiarte una sonrisa por pura amabilidad. Pero no puedes encontrar a alguien y pretender mostrarle tu verdadera persona con un afán seductor: la víctima que busca simpatía. Recuerda, todo lo que se cuenta de la verdad es pura mierda en el afán pendejo de que los niños no le mientan a sus padres. Lo sé bien, de eso hemos platicado bastante, pienso para mí.

No soy tan ingenuo. Me mira incrédula, esbozando una bella mueca sonriente. Sí… lo soy, digo sonriendo mientras volteo mis ojos hacia arriba casi sacando el iris de lo visible del ojo, pero no tanto. No voy por la vida contándole mi intimidad a cualquier mujer de sonrisa linda. Tampoco exageres. No exageres tú, sentenció firme. Te conozco cabrón. Te es tan fácil armar historias de amor ante cualquier indicio sólo visto por ti.

Vamos, estamos de acuerdo en que no puede uno andar pensando en enamorar a alguien fingiendo ser quien no eres, dándotelas de lo que sea que creas que impresionará a tu prospecto. En eso no hay vuelta de hoja. Pero una cosa es ser quien eres y otra muy distinta es cometer sincericidio; continuó diciendo mi querida amiga.

Ya ves aquella gorda del haiga, cuánto se tardó en decirte que tenía un hijo. Si pendejas no somos. No quería echarte a correr antes de tiempo. Sé cuánto me quiere mi amiga, bueno, no sé exactamente cuánto pero sé que me quiere la cabrona. Algo así como yo la quiero a ella.

Me acuerdo bien de esa gorda (que no estaba gorda en sí, pero no era delgada), cuyos kilos abdominales nunca me hicieron ningún tipo de ruido en la cabeza; pero eso del haiga y el dijistes, venistes, trajistes, puta, eso sí me puso los pelos de punta. Quééééé, pensé, tratando de que mi sorpresa no cambiara mi expresión. ¡No mames! Donde me encuentre a algún amigo y a esta se le salga lo macuarro. Qué pinche vergüenza.

Lo más cagado del asunto de su expresión lingüística fue que una vez yo dije no recuerdo qué cosa y ella me corrigió alegremente, con la mano en la cintura: No se dice así, se dice así, me espetó en un tonito de maestra que quiere hacer entender a un niño medio tonto algo demasiado simple. Tampoco en ese momento interrumpí mi jeta sonriente, pero en mi interior estalló una irónica carcajada que me retumbó de más. Mira esta mujer: dice “ira” pero me está corrigiendo cómo debo de hablar. Ah chingá.

Obviamente le tenía que contar aquello a la Karlita. Tenía que burlarme de mi quizá futuro amor con algún cómplice. Compartimos lo burlones. No mames men, ¿te cae? Júralo. Entre la verdad de los hechos más mi magnificada y elocuente descripción mi amiga no paraba de reír y de soltar precisos dardos, el aderezo perfecto para la burla implacable en la que participábamos.

Lo que es la soledad mujer, le dije semanas más tarde a mi amiga. Ya estaba viéndome de novio con mi gorda del haiga. No mames, haiga sido como haiga sido, le hubiera dicho antes de cogérmela. Más carcajadas. Y es que salvo aquellos desperfectos en su expresión oral era una mujer agradable, soportable, con cierto atractivo que la soledad magnifica. Una mujer común, quizá demasiado. Aunque tenía otras cualidades orales dignas de tomar en cuenta, no la gran maravilla pero la soledad de nuevo hacía su parte.

Ya escribió mi vilipendiado amigo: confundimos amor con compañía en ese miedo idiota de vernos viejos y sin pareja, y escogemos con la cabeza lo que del corazón es. Pendejos que somos. Casi no se nos da.

Bromas aparte, esa inculta gorda –qué pena, ya siempre me refiero a ella así, a pesar de todo lo que le reñí a Karla sobre eso– me hizo caminar entre nubes un momento, algunos días. Porque aparte del maravilloso embrujo de una nueva persona interesada en ti y el embriagante postre de las primeras veces –cuando se te comienza a poner duro con sólo tomar su mano–, es jodidamente emocionante sentirte apreciado por alguien a quien también ves especial, con mayor o menor miopía.

Ahí estás como adolescente dejando que las mariposas aleteen y que tus calzones se ensucien, ahí estás pintando posibilidades y armando caminos hacia finales felices. Y aunque eres totalmente consciente de que es pura y llana calentura –la mancha de tus calzones es la prueba­– no piensas en ello, te dejas llevar, sabiendo que tras tocar su mano y acariciarla y entrelazarla a la tuya tocarás su cintura; que la abrazarás y la besarás en una rutina repetida que no aburre a nadie, y que tocarás y apretarás sus nalgas, retrasándolo un poco para que no piense que eres un vulgar calenturiento, aunque lo seas; y apretarás sus pechos entusiasmando tu erección, recorrerás toda su anatomía que quede al alcance de tus golosos tentáculos, esperando despertar su deseo, para acabar penetrándola y eyaculándole dentro, con cientos de caricias, besos, lamidas, mordidas, nalgadas y todo cuanto aparezca mientras en efecto le haces el amor. Un tipo de amor nutrido constante de soledad y fantasías onanistas.

Karla había dicho: abriéndole tus entrañas. Me gustó esa expresión. Pienso que el lugar donde esté albergada el alma será en las entrañas. Es que eso del alma suena tan lindo, así lo hemos disfrazado. Pero hay mucho más dentro para ver, para conocer y con lo que convivir. Almas atormentadas o apestosas, llenas de cadenas y cicatrices, muy distintas de lo que evocamos cuando escuchamos el sustantivo.

viernes, 23 de marzo de 2018

de cosas que se pegan

Parece que para los conservadores ignorantes o ignorantes conservadores (disculpen pero no puedo separar los adjetivos) la homosexualidad se contagia con mayor velocidad que un hongo en balneario en sábado de gloria.

No importará cuántas mujeres sexualizadas haya visto en su vida un niño: en las portadas de las revistas y el Sensacional de mercados, en la pantalla del televisor mientras le mira las piernas a las conductoras del programa de chismes que ve su madre o en las de cualquier dispositivo que le caiga en las manos, en los videos de reguetón y de otros tantos géneros o en los anuncios que quieren que vea; en las modelos que acompañan a los autos en Rápido y furioso hasta el infinito, en las edecanes de la lucha libre y en cada parejita de adolescentes calenturientos que se devoran a besos.

No importa cuántas referencias tenga de la mujer como objeto sexual y de deseo, ni cuántos ejemplos de parejas heterosexuales hayan cruzado su vista a lo largo de su vida. No. Resulta que en cuanto vea una pareja homosexual en la calle o en la tele, le van a dar ganas de volverse gay.

Curioso que no pase al revés. Que por más que el padre del niño gay le haya puesto videos eróticos y pornográficos y al alcanzar cierta edad lo haya arrastrado hasta el antro de encueradas para que le quitaran lo puto, nomás no se le quitó. Bueno, que ni con los rezos de la madre se pudo hacer algo por el pobre infeliz.

Lo que parece ser más contagioso es la estupidez.


martes, 20 de marzo de 2018

depósito lleno



Dentro de un bote lleno de utopías
donde están enterrados varios sueños
como ese de cobrar dando batazos
o aquel otro de fama por un filme.

Rincón de parasiempres arrumbados
y promesas quebradas doloridas,
un intacto perfume a amor platónico
junto a las vírgenes del desencanto.

Ahí tendrán que estar mis fantasías,
los castillos de naipes que he creado
las mentiras que visto de verdades;

lo que invento y me creo contra todo,
huecas y extrañas todas mis quimeras,
las que duermen tranquilas junto a mí.

A Erik González



Un soneto blanco (sin rima), con la mano de Morgana de guía. 

domingo, 18 de marzo de 2018

gente fea...





Tiene razón esa chica que ya no se ve tan chica (tiene más de treinta, incluso podría tener más de cuarenta, nunca he sido buena para calcular edades, y luego aquello de verla por tele, ¿será tan distinto de verla en realidad?), eso hace que me inspire confianza (su edad) y le crea lo que dice, independientemente de lo graciosa y hábil que es para estandopear, para hablar. Además es guapa (a mi parecer) y tiene buen cuerpo, delgada, con todo donde debe estar, o al menos se lo acomoda bien. La verdad es que una fea o gorda hablando mal de los hombres o haciendo bromas de sexo me suena más a cuento de hadas que a algo que tenga que ver con la realidad.

El mundo está lleno de gente fea que coge mal. Eso es lo que la graciosa y atractiva mujer ha dicho. Esa es la verdad que muchísimos hombres no quisieran escuchar jamás.

Dicen que perro que ladra no muerde. Así parece ser con los hombres que alardean de ser los grandes amantes. Todas sus proezas se quedan en palabras y cuentos para sus amigos que seguro cuentan historias parecidas. Mi abuela decía que el gato más menso pega el brinco más alto, o podríamos decir que tiene la lengua más larga si recuerdo al tímido Ricardo y los gritos que me hizo pegar. Por más que intenté reprimirlos no pude, dios, no había sentido eso con nadie, chale, ni con ese hombre al que creí amar, y digo creí porque estaba completamente convencida de que así era, pero ahora ya no sé, ya no sé si eso era… si acaso era algo cercano al amor, o más cerca del tengo novio y no estoy sola que le restriegas a las solteras. No sé.

Debe ser que la soledad hace que magnifiquemos todo: las sensaciones, los deseos, que agigantemos una sonrisa en el colectivo pensando de inmediato en la posibilidad de un amor bonito así si no tiene ni gota de realeza en la hemoglobina el agradable tipo que nos sonrió. Porque los príncipes azules, o de cualquier otro color, son los peores, detrás de la galantería desparramada está el mismo esperpento que sólo te quiere penetrar e irse a buscar otra. 

Aquel que se vende como diferente a los demás es del que tendrías que cuidarte más, mucho más.


y sí encontré el video:

jueves, 15 de marzo de 2018

Prudencia y enamoramientos



Nunca nos cuestionamos el pasado, ni con curiosidades mal disimuladas ni con preguntas con disfraz de inofensivas. Tú sabías cosas mías, cosas que yo te conté, cosas que me preguntaste cuando éramos dos amigos que no tenían idea de cuánto iban a amarse. Te hablé de la ruptura con la madre de mi hijo. Te conté, aquel día en el cine, antes de entrar a ver no recuerdo qué película, sobre aquel gran amor mío de hacía ya tantos años, en un afán por ganar tu simpatía o tu misericordia, por quedar bien, por mostrarte que era alguien a quien valdría la pena arriesgarse a amar a pesar de conocerle algunas cicatrices, cuando ya estaba completamente enamorado de ti y de mí contigo.

Nunca nos cuestionamos el pasado porque no hay necesidad de tan infértil investigación. Pero lo lindo es que ni siquiera tuvimos que hablar sobre la estupidez que supondría indagar sobre las tumbas de nuestros amantes. Ninguno necesitó abrir puertas cerradas de las que una vez abiertas a veces el olor que desprenden no se va nunca, y ninguna justificación desaparece. 

Aceptaste al atascado pervertido sin las suspicacias sobre si acaso hubo una maestra, te acoplaste a este hombre que besaba demasiado y si acaso hubo ideas en ti fuiste tan inteligente para guardártelas para el olvido. 

Te dije el primer día que nos besamos, en un alarde de enamoramiento, deseo y supuesto romanticismo, en una pequeñísima pausa en que nuestras bocas se soltaron, que iba a hacerte el amor como nadie te lo había hecho; parece que así fue. Tampoco había sido yo tan feliz en los brazos de una mujer. 

Dice aquel amigo brasileño que es cóncavo y convexo. Tú fuiste más poética, sólo dijiste que yo era Tu persona.


lunes, 12 de marzo de 2018

Haciendo magia

La magia sucede pero tú la tienes que provocar.

Ya lo había dicho Picasso: la inspiración existe pero tiene que encontrarte trabajando. Y es un pedo que la maldita inspiración, o esa musa que gusta de ti y por ello a veces te viene a ver se aparezcan. Porque esas musas tienen corazón de condominio como algunos de mis primos, se aburrirían si sólo te vieran a ti, porque, pues tú no eres la gran cosa. Así que viene de a ratos para rociarte con algo de magia para que entonces las palabras salgan de tus dedos y se hagan el amor. A veces. A veces sólo tienen la coherencia necesaria (también son flojas de a ratos las musas). Pero otras veces sí aparece la magia y eso es indescriptible.

O la magia de un beso con las manos ocupadas, descubriendo que son perfectamente amoldables a esas nalgas que al fin puedes tocar, tamaños acoplados, todo tiene sentido ahora. El beso emocionante detonador de toda esa inimaginada realidad. Sólo habiendo tirado –guardado un ratito– el miedo que te carcomía, el del corazón roto que cree no poder soportar más grietas abismales, pudiste ver la magia. Un hechizo que pudo perderse para siempre, de no haber sido valiente unos instantes, a pesar de la torpeza de tu embriagada lengua enamorada.

Hay más magia dentro tuyo. Y están esos sortilegios dolorosos preparados con el caldero puesto sobre el diván. Eso también.


viernes, 9 de marzo de 2018

Pensamientos


Desea lo mejor, prepárate para lo peor, y deja que la vida te sorprenda. La frase me parece de una lógica abrumadora, mayor a la que a veces creo ser capaz de razonar, de razonar con este pensamiento mío demasiado contaminado de eso que el autor de esta frase, Odin Dupeyron, llama EPMP: Exceso de Pensamiento Mágico Pendejo.

Me da bastante pena propia aceptar que vivir en un país lleno de gente que te suplica que decretes y que ni por pensamiento, palabra, obra ni omisión pienses cualquier cosa con una ligera connotación negativa, porque mediante la pendeja ley de la atracción la llevas automáticamente a tu vida y a tu destino, a veces me doy cuenta de lo mucho que estoy contaminado por tan infame forma de pensar y de vivir. Sí, lo reconozco.

Recuerdo a una amiga de mi madre reprendiéndola cuando habló sobre su cáncer. No digas eso Lucero, casi le gritó alarmadísima, no te lo apropies, ni de chiste. Pero, era SU cáncer, sólo porque era SU cáncer pudo vencerlo tras un diagnóstico temprano, rudas sesiones de quimioterapia y radioterapia, una extirpación y jugoterapia. El puto cáncer estaba en SU cuerpo. Pero aún si esta amiga es una persona culta y preparada repetía la tradicional chorrada de la pseudofilosofía de la atracción y el maravilloso universo conspirador. Aunque usted no lo crea. Caras vemos creencias pendejas no sabemos.

Más difícil de creer es darme cuenta de lo contaminado que estoy por tanta basura matefísica.

Porque aun si le creo totalmente al buen Odin y su lógica me parece destructora de tanta pendejada regada por el mundo, se me cuela el pendejo pensamiento de que si me preparo para lo peor, lo estoy pensando, y el pensarlo me hace pensar en posibilidades en las que no desearía pensar. Aunque creo saber lo conveniente que es pensar en todas las posibilidades y en lo vital que resulta pensar. Ya lo dijo aquel amigo, si no lo hacemos, no existimos.

Pero bueno, esta mierda ocupa un espacio con los prejuicios que todavía cargo y que también me avergüenzan. Qué le vamos a hacer.



miércoles, 7 de marzo de 2018

Senderos...



Me gustan los sonetos. Quienes están conmigo de hace tiempo lo saben. Éste, como casi todas las letras, llegó solo, porque tenía que llegar. Llegó de una forma curiosa, el primer verso es parte de un comentario que le dejé a Gavrí en un escrito muy bello sobre su reciente nueva paternidad. Me gustó eso que acababa de teclear y al revisarlo tenía once precisas sílabas. Luego me puse a jugar con las palabras. Al final, la mano de mi admirada Morgana, corrigiendo y enseñándome. Y aquí está:



Vamos con un puñado de asegunes
repletos los bolsillos hasta el tope,
blandiendo las ideas de algún miope,
maestro en los lugares más comunes.

Con la elegancia torpe de los lunes
regamos el prejuicio a gran galope.
La ignorancia se sube hasta que cope
el vaso y aun así salen impunes

quienes defienden siempre su tontera
sin cansarse jamás siquiera un poco
como si en ellos la vida les fuera.

Y el que no piensa igual parece loco,
aquel del que la gente siempre riera:
un simple pobre diablo mal del coco.

lunes, 5 de marzo de 2018

Táctica y estrategia

Memoricé el poema casi tan pronto como llegó a mí en esa deslumbrante clase de literatura en la preparatoria. No fue difícil, son sólo unas pocas líneas llenas de falsa esperanza. Y mientras lo leía y lo pensaba, deseaba que a mi vida algún día llegara esa especial mujer que de mí se enamorara mientras me iba conociendo.

En la ignorancia de la juventud, de la adolescencia, demasiado condimentada por la falsa idea del amor que en los medios nos dieron a mamar, creí que aquel poema de Benedetti era la perfecta definición de un amor bonito, ese de perseguir a la chica bonita, quien a pesar de la pequeñez de nuestra existencia terminará enamorada de nosotros. Porque el amor es hermoso.

A pesar de mí, más de una vez abordé a una mujer que me atraía físicamente, una chica de rasgos agraciados, sólo eso, para poco después desencantarme ante lo nulo de mi avance y lo insípido de su persona más allá de la belleza de su rostro. No iba a ser yo como el protagonista de aquellas películas.

Muchos años después todo eso pasó sin querer, sin tener una imagen de revista frente a mí sino a una persona común.

Entonces fue que sin querer aprendí cómo era y al paso de las semanas me enamoré perdidamente de ella, de a poco, después de haberle hablado y escuchado tantas horas, construyendo sin darnos cuenta ese puente indestructible con cimientos de franqueza exenta de simulacros. Nos instalamos mutuamente en el recuerdo del otro el día en que empezamos a necesitarnos, a buscarnos, a disfrutarnos, para luego dejar atrás los miedos que nos impedían darnos un abrazo eterno lleno de besos insaciables.

El amor lindo llegó, sin tácticas ni estrategias, cuando no pensé en querer impresionar a nadie fingiendo que era yo mismo.


sábado, 3 de marzo de 2018

La entrada numero 400


Ya está aquí la entrada número 400 de este blog que a fines de junio, en pleno mundial de futbol, cumplirá cinco añotes. La verdad es que han llegado mucho más rápido de lo que me esperaba y que no me plantee ningún número al cual llegar, sólo esperaba poder seguir escribiendo.

Recuerdo las primeras semanas del blog, tenía una cierta tonta preocupación por tener algo sobre lo que escribir para cada semana y me costaba algo de trabajo hacerlo. Quería tener disciplina al menos en eso. Publicar un escrito a la semana y así obligarme a escribir. Y aunque la verdad es que me costó algo de trabajo hacerlo, porque los primeros textos ya los tenía escritos pocas semanas antes, y por ahí también recurrí a un texto más viejo, sí pude, con más o menos trabajo cumplirme y publicar algo cada semana. 

Ahora, a veces creo que debería eliminar un poco la verborrea, a veces creo que publico más de lo que debiera, pero la cosa es que así han fluido las cosas, las letras, mejor dicho. Y aun así, no escribo todo lo que me pasa por la cabeza, ehhh.

Agradezco a todos los que me han acompañado en este precioso viaje lleno de alegrías y de algunas extraordinarias personas que me han obsequiado mucho más que unas palabras amables que me han llenado el alma de dicha.

Gracias. Brinden conmigo.



jueves, 1 de marzo de 2018

el escritor fracasado




¿Cuál es el fracaso de alguien que escribe?

Creo que habría varios tipos de fracasos como escritor. Y aunque para la mayoría de la gente fracasar como escritor es no poder publicar un libro en una editorial o no escribir un bestseller, yo no veo esas opciones como un fiasco para alguien que escribe.

Creo que el fracaso más grande es no ser honesto al escribir, no escribir desde dentro, desde donde se siente lo más profundo e íntimo, por querer imitar modas o alcanzar una supuesta fama. Querer agradar a una mayoría o escribir sobre el género popular.

También creo que se fracasa cuando se teme al comentario ajeno. Cuando se le tiene pavor a las críticas que puedan hacer sobre esto que podemos creer tan bueno por la única razón de que fue escrito por nosotros. Cuando se guarda celosamente lo escrito para que nadie lo cuestione.

Aunque habría que definir qué es éxito y qué es fracaso para cada quien. Porque si alguien empieza a escribir con el objetivo de alcanzar fama mundial y volverse millonario, seguramente creerá que quienes publicamos en un blog somos grandes fracasados.


Yo, que sólo quería escribir, que tenía como único objetivo hacerlo con regularidad, una vez por semana; me siento realizado. Tras más de cuatro años no he dejado de escribir, y además, he conocido muy buenos amigos.