viernes, 27 de septiembre de 2019

preguntas infinitas

La gran ironía de la vida es que mientras más viejos somos y menos llenos de vida estamos, más certezas tenemos sobre lo que creemos es el sentido de la vida. Un hombre lleno de experiencia es un hombre viejo, no puede ser de otra manera. 

Y debe ser horrible poseer tanta información valiosa y cargar tantas verdades y no poder hacer nada con ellas. Intentar trasmitírselas a ese joven al que se estima tanto, sea el nieto o el amigo llegado por casualidad, poniendo empeño en que los puntos importantes sean entendidos. Pero todos a cierta edad hemos comprobado que nadie escarmienta en cabeza ajena, que ningún consejo tiene más fuerza que el arrepentimiento. Que los pozos se tapan luego de enterrar a los niños.

Y están las preguntas, las preguntas infinitas. Que en lugar de irse respondiendo se van multiplicando sin que se vea un final. Cada vez más preguntas y menos respuestas, en todo caso respuestas confusas que poco ayudan. Pero las preguntas se siguen multiplicando.

Y quizá el día que pueda responder tantas interrogantes sea un viejo con dificultad para moverse. Quién sabe, quizá nunca lo sea.





viernes, 20 de septiembre de 2019

la miro


Escucho a Maribel hablar, fingiendo que estoy completamente interesado en todo lo que dice. La miro a los ojos, atento, aunque trato de no cargarle mi mirada, así que hago breves intervalos en los que miro a cualquier parte del bar donde estamos sin ver nada con detalle: la gente, las luces, los afiches en la pared, los músicos que no cantan en la televisión. 
Simplemente dejo de mirarla un momento, librándola de mis ojos, y haciendo una efímera parada en su maravilloso escote (qué belleza), antes de volver a posarme en sus ojos con la atención del niño que escucha ilusionado todas las historias de su abuelo. Sobre el asunto de mirar sus pechos estoy en la completa ignorancia, sé que puede resultar suicida regresar tras cada pocos minutos a esa magnífica imagen pero no lo puedo evitar; quién podría. 
Pienso también que le puede agradar que yo sea consciente de ese atractivo suyo y lo aplauda con esta discreta (eso creo) mirada, que vea que no me pasa de largo la elección que hizo al dejar a la vista ese pequeño punto donde sus pechos comienzan a juntarse. Aunque también podría parecerle que de poder hacerlo no dejaría de mirarlos y que incluso babearía sin asomo de pudor; pensar que sólo eso me interesa; y a quién no. 
Es un enigma, es mi ignorancia. Pienso también en las posibilidades del equilibrio, del ni tanto que queme al santo aunque también hay que alumbrarlo un poquito, que sepa (¿lo sabrá?) que sé que ella no vale por el tamaño de sus pechos pero que tampoco ignoro ni me pasa de largo lo bellos que se ven ahí frente a mí. Lo atractivos que son. 
Y… ¿por qué decidió ponerse esa blusa?



sábado, 14 de septiembre de 2019

dos raros

Creo que somos dos raros
dos raras afinidades
y aunque no esperaba nada
me apareciste delante.

Fue sencillo enamorarnos
tras compartir nuestras tardes
andábamos tan despacio
con las manos anhelantes.

El raro y la rara juntos
caminando como iguales
compartiendo cicatrices
contándonos los lunares
comiendo sin restricciones
cómplices de nuestros males
con buenas dosis de risas
y entre besos insaciables.

Sólo dos raros comunes
entre mil casualidades.



martes, 10 de septiembre de 2019

del arte

Creo que el gran asunto sobre el "ser artista" está en la constante evolución. En ese no quedarse sentado sobre la fórmula que ha pegado y con la que se consiguen los halagos de la masa tanto como del dinero, o sólo de la familia y los amigos, la propia satisfacción.

Es ese asunto sobre el que tanto pensé luego de ver aquella genial Noviembre de Achero Mañas ¿Cómo hacer para no quedarse haciendo lo mismo enterrando así el espíritu del arte? ¿Cómo escapar de esa sí tramposa zona de confort? Y si se llegó a un punto extraordinario, ¿hacia dónde más moverse, evolucionar?, ¿qué más hacer?

Creo que son demasiado pocos creadores (músicos, pintores, cineastas, escritores, etc.) los que buscan, buscan y siguen buscando. Que no se conforman con hacer algo satisfactorio en cualquier circunstancia.



lunes, 2 de septiembre de 2019

del vilipendiado Arjona

Me gustó la música de Arjona desde la primera vez que la escuché, creo que por 1992, cuando estaba por terminar mi educación primaria. El primer sencillo de ese primer disco fue Mujeres, aquella canción que gustó tanto y que a tantos años de distancia a muchísimas mujeres sigue emocionando. Recuerdo que fue un suceso y que se convirtió en un cantautor del agrado de la opinión pública.

No sé si sería yo un niño demasiado inocente o bastante ignorante pero había algunas frases de sus canciones que no comprendía, y que entendí años después, esbozando una sonrisa cómplice que por fin entendía el sentido exacto de esas sentencias. Sobre todo con su segundo disco.

Arjona se hizo de fans, de entusiastas que adquirimos sus discos y asistimos a sus conciertos y que aprendimos sus canciones. Era como cualquier otro artista, a muchos les gustaba y a muchos otros no.

Luego algo pasó. Casi veinte años después la música del guatemalteco fue cubierta por un hediondo manto por las redes sociales y su borrega voracidad, con ese deseo por ser parte de lo que la manada cree y afirma sin oídos para la reflexión. La manada no admite reflexión.

La lógica millenial implica que debería dejarme de gustar la música de Arjona porque ha caído de la gracia del status quo facebukero. Hay gente que se ha sorprendido tanto de mi supuesta confesión por el gusto de esas canciones como si de algún placer coprofílico se tratara.

He visto en el muro de facebook de alguna chica con aspiraciones hipsters citar fragmentos de una canción de Arjona, y la apurada llamada de atención de otra acomedida amiga que le hace notar que esos (ramplones, estúpidos, en extremo cursis, ¿algo más?) versos son del apestado Arjona. Sí, pero debo aceptar que esa canción me encanta, responde la extrovertida mujer, para luego señalar: pero esa es su única buena canción. ¿Lo será? Ha dicho eso de al menos tres canciones.

¿En serio tú te estás burlando de Ricardo Arjona? he pensado más de una docena de veces. ¿Tú? Pero bueno, es bastante complicado querer cambiar las modas pendejas del internet, muchísimo más cuando divierten a los imbéciles. Además, todo mundo quiere participar  de la broma y sentirse superior de alguna manera. Qué le hacemos.

La ignorancia es tal que hay quienes se piensan que Arjona inventó el oxímoron. Pienso que a veces abusa de él, pero bueno, ese es su estilo. Y en todo caso se copia a sí mismo, no a alguien más, como demasiadas personas en el mundo, no hablemos sólo de músicos.