viernes, 27 de septiembre de 2019

preguntas infinitas

La gran ironía de la vida es que mientras más viejos somos y menos llenos de vida estamos, más certezas tenemos sobre lo que creemos es el sentido de la vida. Un hombre lleno de experiencia es un hombre viejo, no puede ser de otra manera. 

Y debe ser horrible poseer tanta información valiosa y cargar tantas verdades y no poder hacer nada con ellas. Intentar trasmitírselas a ese joven al que se estima tanto, sea el nieto o el amigo llegado por casualidad, poniendo empeño en que los puntos importantes sean entendidos. Pero todos a cierta edad hemos comprobado que nadie escarmienta en cabeza ajena, que ningún consejo tiene más fuerza que el arrepentimiento. Que los pozos se tapan luego de enterrar a los niños.

Y están las preguntas, las preguntas infinitas. Que en lugar de irse respondiendo se van multiplicando sin que se vea un final. Cada vez más preguntas y menos respuestas, en todo caso respuestas confusas que poco ayudan. Pero las preguntas se siguen multiplicando.

Y quizá el día que pueda responder tantas interrogantes sea un viejo con dificultad para moverse. Quién sabe, quizá nunca lo sea.





10 comentarios:

  1. Preguntas nos haremos siempre, hasta el último día, gran parte de ella sin respuestas o en el mejor de los casos, inciertas.
    El sentido de la vida va cambiando, el mío lo fue, por circunstancias internas, pero también externas a las que tuve que adaptarme. Claro que en lo profundo quedan un par de creencias inamovibles y sin las cuales la vida no tendría ningún sentido.
    Abrazos y beeesos, querido Gildo.

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    1. Es cierto, el sentido va cambiando porque cambiamos. Podríamos hacer las preguntas con un vino en la mano, jajaja.
      Abrazos y beeesos.

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  2. Por lo que mencionas es que siempre he dicho que la vida y sus características son el sinónimo de injusticia, y que aún más injusto no tener acceso a la inmortalidad.

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    1. A mí eso me suena más a absurdo que a injusto. Pero sí, estoy convencido de que la vida no es justa.
      Abrazo.

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  3. Como dice el refrán: más sabe el diablo por viejo que por diablo. Pero por mucho que uno intente enseñar o aconsejar a los más jóvenes gracias a la experiencia personal adquirida, solo aprenderán a base de los errores que cometan. Y en cuanto a las preguntas sin respuesta, creo que debemos contentarnos con estar vivos y resignarnos a no conocer jamás la respuesta.
    Un saludo.

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    1. Es cierto Josep, y seguramente al dejar de cuestionarnos estaremos muertos ya.
      Abrazos.

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  4. Yo creo, Gildo, que la experiencia tiene más que ver con la clase de vida que uno haya llevado que con la edad, por eso hay viejos que no tienen nada que transmitir a los demás y jóvenes con todo un bagaje vital que puede responder muchas preguntas. De todas formas, da lo mismo, porque, efectivamente, nadie escarmienta en cabeza ajena, todos necesitamos comprobar la vida desde nuestras opciones, así nos descalabremos. El que un viejo no pueda moverse, tampoco tiene nada que ver con que pueda transmitir su conocimiento a alguien más, que es de lo que se trata al final: pasar por la vida dejando huella en alguien. De todas formas, no creo que haya más preguntas ahora que antes, las básicas, las esenciales que se hace cualquier hombre son las mismas desde que el mundo es mundo y nadie puede contestarlas. Eso es lo que hay que asumir porque es con su incógnita que llegaremos a la muerte.
    Un abrazo.

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    1. Eso es tan cierto querida Morgana, la clase de vida que tenemos y el tipo de persona que somos.
      Abrazos.

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  5. Y por qué hay que hacerse tantas preguntas? La vida se supone que hay que vivirla como se pueda, aprediendo de los que más saben, y por uno mismo.La perfección no existe, y siempre hay carencias que duelen .Nadie quiere ser viejo,ni estar enfermo.Todo el mundo tiene experiencias que contar hasta el más desafortunado.No sé si me he liado.Abrazos

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    1. Creo que esa pregunta sería otra: ¿por qué tantas preguntas sin respuesta?, jajaja, pero es lo que hay. Cada uno vive la vida como puede pero las preguntas llegan solas, así como a millones no les llegan jamás y viven sus vidas sin pensar esas cosas que a otros nos dan vueltas en la cabeza como una latosa mosca.
      Abrazos.

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