Cuántas cosas pueden pasar en tres años. Un joven puede completar sus estudios de secundaria o preparatoria siendo un alumno regular. Se puede estudiar una licenciatura express, sabatina o ejecutiva, dependiendo del lugar en donde se haga. Se puede también pagar un auto comprado a crédito, aunque al terminar de hacerlo el vehículo cueste mucho menos de lo que se ha desembolsado por él.
A cuánta gente nueva se puede conocer, en el aspecto más vacío de la palabra, en treinta y seis meses. Con cuántas miradas deseosas se puede uno cruzar mientras se camina por la calle o se espera el autobús, cuando se hace la fila del banco o se escogen las verduras en el supermercado. A cuánta gente de debe conocer forzosamente ante el empeño del amigo que no puede entender que lleves tantos meses en la, para él, más devastadora soledad. Será que cada vez hay más gente que no soporta estar con ellos mismos.
Cuánto podemos cambiar en tres años. Evolucionar. Darnos por vencidos. ¿Cuánto rencor o esperanza se pueden acumular en nuestros abismales corazones? Cuánto se puede afianzar un amor, tomando el territorio a perpetuidad, degollando cualquier atisbo de interés sexual más allá de la satisfacción carnal y momentánea. ¿Cómo se va tejiendo un parasiempre?