jueves, 15 de diciembre de 2016

escribiendo celos


“Si tus celos piensan que no hay aventura que se me resista, que hasta a veces quisiera parecerme al tipo que tú crees que soy”

–Cuántas putas veces quieres que te diga que no. Que ese relato no es sobre nadie.

Ya no respondió. Un alivio, porque yo ya estaba entrando a la zona en la que sólo salen gritos de mi boca y ya no mido mis palabras. Bueno, cuando las consecuencias de no medirlas pueden ser nefastas, porque no se me da mucho eso de andarlas midiendo. Pero me seguía mirando con odio, con los ojos inyectados del odio de la traición y la mentira. Proyectando en su mente las imágenes evocadas por mi perturbada imaginación.

Se supone que ella es de cierta manera culta. Que lee al menos. Que no lee mierda, lee libros decentes, algunos grandiosos. Y yo no seré escritor pero escribo, y escribir es fabular, al menos en algunas partes, muchas en ciertos casos. Generalmente mezclamos dosis desbalanceadas de ficción y realidad que se van amalgamando sin recibir órdenes. Los hechos inventados y la información existente salen por nuestros dedos ya enlazados, ya hechos. Lo que uno luego edita son las formas, estos nuevos hechos que estamos creando no cambian, son parte de nuestra realidad de fabuladores.

El asunto es que publiqué un relato en mi blog sobre una fortuita infidelidad con alta dosis fetichista en su contenido. Dejé volar mi pervertidísima imaginación en lo que mis dedos teclearon, sin pensar en quedar bien con nadie más que con el relato mismo, como debe ser. Narré el depravado encuentro entre un pervertido fetichista con una adúltera complaciente como pude haber contado la historia de amor de una anciana y su perro, aunque para esta última historia habría tenido que exprimir mucho más mi imaginación debido al tema.

Ya le di más de dos vueltas a todas las explicaciones posibles que encuentro en mi cabeza para hacerle entender que muchas cosas de las que he escrito son sólo inventos míos. Que no porque haya escrito sobre algo significa que lo he hecho. Que me gusta escribir en primera persona y tampoco tiene algo que ver. Pero sus oídos son más sordos que los de su abuela.

Menos mal que no se me ocurrió escribir un relato homosexual. Al parecer una mujer es mucho más humillada si la traicionan con otro hombre. Menos mal.



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