jueves, 28 de noviembre de 2019

Sin daños a terceros II

El asunto es que mi amiga Petite dice, que aunque le gusta mucho, y tiene una historia con la canción, ahora, Sin daños a terceros le suena a cobardía.

Yo pienso un poco en la cobardía como disfraz de la preservación, de la protección ante el dolor y la miseria del desamor. Puede leerse bastante azotado pero no me suena exagerado. Pienso que por esa misma protección: ¿cuántos se atreven a aceptar que se encuentran destrozados por una persona? 

En estos tiempos es más fácil postear que si no te duele en lo más mínimo cualquier estupidez no tendría por qué dolerte el amor, o el desamor o la traición o la destrucción de tus ilusiones. Cómo podría, si eres un guerrero que se ríe de la vida y que aprendió a ser fuerte y feliz.

Pero volviendo a la canción: cómo dejar eso que tienes, frente a lo que no sabes si acaso pudiera ser algo más que la complicidad libidinosa por la atracción física. Cómo saltar al vacío sin saber si la otra persona trae un paracaídas escondido o si en el último instante no saltará contigo. 

Me parece complicadísimo y suicida.


A mí la canción me suena a pésima suerte, no a cobardía.


sábado, 23 de noviembre de 2019

¿sin daños a terceros?

Petite Bogeria me ha puesto a pensar sobre la que considero la mejor canción de Ricardo Arjona: Tarde: sin daños a terceros

El meollo de la canción es este:

Tú ibas con él, yo iba con ella, jugando a ser felices, por desesperados, por no aguardar los sueños, por miedo a quedar solos.

Tanto soñarte y extrañarte sin tenerte, tanto inventarte,
tanto buscarte por las calles como un loco, sin encontrarte;
y ahí va uno de tonto, por desesperado, confundiendo amor con compañía;
y ese miedo idiota de verte viejo y sin pareja,
te hace escoger con la cabeza lo que es del corazón.
Y no tengo nada contra ellos, la rabia es contra el tiempo por ponerte junto a mí... tarde.


Un asunto complicado. Encontrar al amor de tu vida mientras tú recorres la tuya de la mano de una chica cualquiera; encontrarla, de la mano de un tipo que no sabes si es su novio, esposo o cosa parecida. Pero compartir una mirada, una mirada que muestra muchísimo más de lo que el cruce de los ojos enseña a dos personas que se encuentran mutuamente atractivos. Quizá es el simple placer por la contemplación de la belleza. Quizá sea algo más, pero cómo saberlo. Cómo saber si ese acompañante no es más que un amigo confianzudo al que se le ha permitido compartir el camino entrelazando las manos, cómo saber si no es el marido, el hombre con el que se ha jurado frente al altar compartir alegrías y tristezas y compartir enfermedad y felicidad. Cómo, si uno trae de la mano a una mujer en idéntica indefinida situación.

Pero, como escribí hace muy poco, en realidad no tenemos ninguna certeza, y, como escribí hace mucho, un afortunado cruce de miradas no revela nada, mas que atracción mutua, la posibilidad de un encuentro fantástico a partir de la mirada compartida que alborota a las mariposas. Nada más allá del deseo. Nada más que una posibilidad.

Cómo saber si las mariposas del deseo, alebrestadas al más mínimo estímulo, pudieran despertar a los rinocerontes del amor de la persona hecha para soportar tu mierda.

A mí todo este asunto sobre el que se pudiera decir muchísimo más, me resulta brutal. Porque no hay nada seguro. Pero en caso de que se tratara de esa persona única y especial, qué hacer. Cómo buscar la posibilidad de hablar con ella si ambos caminamos encadenados a otra persona. 


Pienso también un poco en aquello de la ley de Murphy.



martes, 19 de noviembre de 2019

psicoterapias

Me di cuenta hace algunos meses que tiene bastante que no escribo sobre mi psicoterapia. A ciencia cierta no podría decir por qué, aunque pienso que podría tratarse de pudor, siendo que la intensidad (la profundidad del análisis) de las sesiones ha subido mucho desde hace algún tiempo. También se me ocurre que podría querer guardarme eso sólo para mí, y que se trata más bien de cierto egoísmo el que me impide querer hablar al respecto.

Será el sereno, como dijera aquella desarrapada filósofa, pero el caso es que he dejado de sentir ganas de teclear sobre lo que he experimentado, sobre lo que he descubierto, sobre lo que he podido ver. Por otro lado, las ganas de plasmar en pintura ciertas cosas siguen ahí, aunque en este caso pintar me toma mucho más tiempo que teclear. 

Me estoy convirtiendo en una especie de Frido, jajajaja. Sólo bromeo, son demasiados los artistas que se pintaron en infinidad de ocasiones. Es natural. Y me parece bastante lógico que la idea del rompecabezas siga en mi cabeza porque de cierta manera me estoy construyendo. Armando a partir de lo que encuentro en el camino.



viernes, 15 de noviembre de 2019

de El perfume

He escrito ya sobre lo ridículo que me parece comparar obras escritas con sus versiones cinematográficas, algo así como comparar un caballo y un automóvil, pero parece que hay opiniones que se aferran a salir a la luz y mostrarse.

El caso es que luego de leer El perfume me dieron muchas ganas de volver a ver la obra audiovisual de Tom Tykwer, luego de bastantes años. En mi imaginario el director alemán es un muy hábil narrador visual, responsable de una de mis películas favoritas Heaven, con una Cate Blanchett preciosa. Filias aparte, quería ver cómo Tykwer había resuelto ciertas situaciones que recordaba sí aparecían en la versión en celuloide de la obra de Süskind.

Pero, después de leer el libro se me queda muy corta la visión en imágenes de Tykwer para con el acontecer de Grenouille, para todo lo que puede distinguir su sobresaliente olfato, para todo lo que le significó encontrar el magnífico olor de aquellas chicas de cabello rojo, por mencionar sólo algunas. Creo que había bastantes posibilidades de hacerlo. Luego pienso en un Fincher o un Boyle para hacer más elocuente la obra de Süskind en cine. Cosas de cinéfilo.

Y ni qué decir de lo bello que resulta Ben Whishaw frente al casi terrorífico Jean Baptiste de la páginas impresas. ¿En serio costaba tanto hacer renguear al actor?

Bueno, son cosas que pasan en la cabeza de quienes nos gusta leer y ver buen cine.





miércoles, 13 de noviembre de 2019

un sketchbook

Me hice un sketchbook. Bueno, en realidad también le hice uno a Gil porque me salieron demasiadas hojas tras cortar las del block de dibujo que tenía. Un block algo grande del que sólo había usado unas cuantas páginas y que más bien se estaba empolvando.

Había escuchado y visto sobre el mentado cuaderno, y pensé que me gustaría tener uno porque tengo bastantes dibujos y pinturas desperdigados que podrían reposar ahí. 

Me metí al fabuloso Youtube para ver qué podía ver, y me encontré un video para hacer uno uno mismo. Siempre me ha gustado hacer manualidades en el buen sentido de la palabra, así que me entusiasmó el poder hacerlo. Y mientras pensaba en qué papel podría comprar recordé el empolvado block que también sirvió para hacer las pastas del cuaderno.

Luego encontré otro video mucho más didáctico y con un mejor método de costura, y después de verlo comencé a cortar hojas. Pensé que tardaría mucho más tiempo por el asunto de la costura, pero eso queda en unos cuantos minutos.




Como los forré de blanco pude decorar los cuadernos. El mío con Gokú y Veggeta y el de Gil con un logo de Guns and roses y un Slash tocando.





sábado, 9 de noviembre de 2019

Apariciones

Apareció una mañana, justo después de que terminara la fiesta del pueblo. 

Nadie le cree a don Juan, quien argumenta que la imagen refiere la molestia de nuestro señor ante la masiva quema de cuetes. Ese señor siempre se queja de lo mismo.

Todos los demás piensan que es la obra de un vándalo con influencias Banksyanas, aunque para ellos es sólo un vándalo.

Sólo dios sabe.



jueves, 7 de noviembre de 2019

Sobrepesos

Sobrepesos


Me duele tanto el corazón que carga
odio, resentimiento, decepciones,
dudas, fracasos, peros, ambiciones,
todos los miedos que la noche alarga.

Es tan constante el hueco que me embarga
cuando me pido las cotizaciones
de lo que pronto muta en frustraciones,
que aunque no quiera, mi existencia amarga.

Mas uno se acostumbra a andar a medias
con todo el cuerpo pululando heridas
sin que la peste inmute nuestra mente.

Con gusto interpretamos las comedias
que en nada nos allanan el presente
y mucho más nos sirven como huidas.


Gracias a Jorge Aussel por la ayuda.