viernes, 28 de octubre de 2022

Presunciones 3

Y como bien dice Kundera en La insoportable levedad: si el amor debe ser inolvidable, las casualidades deben volar a él desde el primer momento. 

¿Y quién no creería que esto que cree –por mera casualidad, porque es lo que el universo te manda o porque te lo has ganado a fuerza de no ser un hijodeputa– amor verdadero, amor real, amor bonito, estaría exento de un mar de casualidades? ¿Quién podría ser tan pesimista para no pensarlo? Pienso que ni el más amargado. 

Y entonces no importa si el encuentro con esta persona a quien ahora vemos maravillosa, es un premio de la vida o la más inesperada fortuna. El asunto es que vemos casualidades por todos lados y efectos de causas que no admiten ni pequeñas dudas.

Y sólo el tiempo quizá podrá decirnos lo que fue. O lo que es.


"La estúpida obediencia del efecto a la causa"
la mítica costumbre de ensamblar coincidencias,
más el deseo perenne por no quedarse solo:
imagina qué sale de esta mezcla que anhela.
 
Que anhela tus mañanas, tus tardes y tus noches,
tus guisos, tu cintura, poder curar tus penas;
tu risa, nuestros juegos, los abrazos bonitos,
las pelis, el vinito, nuestra charla perpetua.
Lo cursi se acumula, las ganas no me caben,
los efectos que cuadro con mis miopes poemas;
la infantil fantasía, pensar que te merezco,
acumulando causas, buscando coincidencias.
Qué puedo yo saber de causas y de efectos,
sólo sé lo que siento, que mutaste mi esencia
en versos al futuro, en risas y detalles:
en saber que te quiero junto a mí siempre cerca.



viernes, 21 de octubre de 2022

No, ni

No me sigas ni me esperes
que me estoy abriendo paso. 
A mi modo, a trompicones, 
con un inmenso retraso.
Pero siempre fui tan lento
pasmarote en mi letargo;
calmo, torpe, distraído,
es mi andar perfeccionado.

No me sigas ni te sigo
hablemos mejor un rato.
De la muerte, de la vida, 
de nuestros propios milagros.
Dime en qué sueñas despierta
si tienes deseos profanos;
si a pesar de los pesares
la vida bien te ha tratado.

Yo te diré mis secretos
los pasos que voy andando, 
el porqué de mi tardanza
de qué me voy enterando; 
para aprender a vivir
cargando con mis fracasos.
Aceptando mis defectos
amando mi lado flaco.

No me sigas ni me esperes
vuela mejor a mi lado.
Seamos libres codo a codo
con los sueños desplegados.
Acepto tus diferencias
veme por todos mis lados:
los lindos, los divertidos,
también los desesperados.

No me sigas, no me esperes, 
mejor si puedo te alcanzo,
para empezar a vivir
los planes que antes trazamos,
bien sabemos las verdades
ocultas a los extraños,
no habrá que perder más tiempo
llegará el tiempo de amarnos.



martes, 18 de octubre de 2022

Reflexiones de un bloguero VIII

Desde 2015 no tenía un mes con menos de cinco posteos; pasó el tiempo y escribí más, con más regularidad también. Pero desde octubre del año pasado no he vuelto a publicar diez o más textos; no he dejado el blog pero la intermitencia de los tecleos crece, hasta llegar el mes pasado a sólo esas cuatro entradas.

Sé que esto tiene que ver un poco con los problemas técnicos que se me aparecieron. Por alguna razón ya no pude responder los comentarios dejados, luego mi vieja mac se trabó, y no hubo manera de sacarla del pasmo. Así que esta y las últimas entradas las he tecleado desde el teléfono, lo que me resulta bastante incómodo, pero no queda de otra mientras resuelvo el asunto de la máquina.

Pero aunque sé que mi ánimo disminuye al pensar en escribir desde el teléfono, no es la única razón de que eso pase. Aunque la o las otras razones no me son demasiado claras, y me parece más sencillo pensar en simple pereza o en el declive natural de quien ha escrito bastante como para seguir haciéndolo, sin pensar en repetición o inconveniencia, en escribir por escribir, por cumplir con un compromiso.

Que ya he dicho tantas cosas que a veces pienso que lo que podría querer decir ya lo escribí. Que eso que quiero decir sobre cualquier cosa, un minuto después ya no me parece ni un poquito pertinente. Y quizá si a esto y otras cosas le añadimos la pereza y el hedonismo, la cosa se complica mucho más.



viernes, 14 de octubre de 2022

No tengo el corazón para decir lo que pienso cuando siento que puedo ofender al destinatario de mi comentario, a quien me pidió mi opinión, a quien valoro tanto como para no querer decirle que se ve terrible con la forma como se pintó la cara, por ejemplo; aunque intenté decir lo que quiero decir de la manera más amable y menos hostil. 

Carezco de las agallas necesarias, porque me acostumbré a usar esa frase de "no tener corazón", para referirme a lo que dije antes, pero ahora me parece que a lo que llamamos tener corazón, poco tiene que ver con aquello. 

Será por eso que también me pasa a la inversa. Me sorprende que mi pareja me diga con la mano en la cintura que, por ejemplo, aquel retrato que pinté no ha quedado parecido a quien se tenía que parecer, claro, cuando yo estoy seguro de que el parecido salta a la vista, que no hay que esforzarse por verlo; pero ella sigue diciendo lo mismo, no sé parece nada.

Qué tanto es un avance el ser consciente de mi realidad, saber que ambas posturas son absurdas, pero comprobar en los hechos, si es que se vuelve a dar el caso, que continúo sintiendo lo mismo.

Quién sabe.