domingo, 29 de julio de 2018

otro "traidor"


Titulé la entrada anterior "El fiel traidor", y en ella, al principio mencioné "La vida de David Gale" de Alan Parker. Al terminar de escribir ese textito, me vino a la cabeza la idea de que ése personaje, David Gale, también podría ser catalogado como un "fiel traidor".

El vil ingrato hijodeputa que traicionó a su supuesta mejor amiga, para la opinión pública; el héroe secreto, sin fama ni gloria, para dos o tres personas enteradas. El impío traidor que paradógicamente recibirá como castigo aquello contra lo que había luchado de forma tan ferviente durante tantos años de su vida. Justicia divina, dirá esa juiciosa opinión pública.

Es una de mis películas favoritas. De las que he visto bastantes veces y con las que me sigo emocionando a pesar de saber qué va a pasar, aunque a veces no recuerdo del todo cómo es que pasa, así que lo sigo disfrutando. Aunque no recuerdo haberla encontrado en la tele ni que sea uno de esos filmes que pasa con cierta regularidad, y supongo que ahora menos, con la desprestigiada imagen del talentosísimo Kevin Spacey. Tengo la copia que compré usada en Blockbuster y que le proyecté a mis estudiantes, aunque luego un cierto lado sospechosista me advirtió sobre la mala idea que podía ser si me enfrentaba con una chica de malos pensamientos y buenas curvas: le estaba dando yo la receta completa para obtener lo que de mí quisiera. Nunca pasó. Pero ciertas ideas llegan un poco atormentantes.

Creo que la historia de David Gale tiene demasiados de los ingredientes que me gustan: un querible antihéroe, borrachín y pecaminoso; la búsqueda y resolución de un misterioso crimen en una historia enigmática; la exposición de una ideología de respeto por la vida y por la muerte digna; la verdadera amistad. Laura Linney y Kate Winslet en su esplendor. Una historia con demasiadas aristas para ponerse a pensar o platicar con buena compañía y un trago en la mano, preferentemente.



lunes, 23 de julio de 2018

el fiel "traidor"

En "La vida de David Gale" el protagonista habla sobre por qué San Judas Tadeo es un santo tan milagroso entre la comunidad creyente católica; y su argumento señala que pasaron muchos años sin que nadie le rezara ni le pidiera nada por el miedo que tenían de que los susurrros pedigüeños fueran a parar a oídos de Judas Iscariote "el gran traidor". Así que en el momento en que alguien se aventuró a lanzar la súplica a Judas Tadeo, éste, sin dudarlo dos segundos, solucionó el pedido lo mejor que pudo. Y así, tras comprobar lo hacendosito que era este otro Judas, su fama se extendió como el espíritu milagroso que conocemos ahora, la envidia de muchos otros santitos sin un devoto que les rece un triste padrenuestro.

La cosa es que hace algunos años salió una noticia –vilipendiada por los católicos– que decía que Judas en realidad no había sido un traidor sino un héroe. El hallazgo de un manuscrito con el que se restauraba la tristemente célebre imagen de Judas como un vil traidor, y lo elevaba como un fiel amigo, el amigo capaz de cualquier sacrificio personal, incluso si traería consigo la infamia eterna.

A mí me sonó bastante lógico el hecho. Sólo a la persona más cercana, a la que más confianza se le tiene, a la que se siente que puede respetar nuestros deseos, se le puede pedir semejante encomienda. "Me entregarás, aunque una desgracia eterna caiga sobre tu nombre y tu recuerdo".

Mirando una imagen de la última cena recordé este asunto. Instantes después me vino el nombre de Severus Snape como un compañero de destino de Judas Iscariote: el amigo fiel que debe cumplir el nefasto acto a pesar de todo lo que se pensará y dirá sobre su persona. El deshonrado héroe. 




lunes, 16 de julio de 2018

Rodión y Jorah: las creencias del león



Hay un dicho, pesimista como pocos (aunque a pesar de ello no se pasea por mis labios), que dice que si piensas mal acertarás. En otras palabras, que esperar lo peor o lo malo de una persona o en una situación es lo más conveniente si uno quiere tener razón o no quiere tener decepciones. Ya que la decepción sobre algo que esperábamos mal, muta en una gratísima sorpresa; de esas de sonrisa incluida.

Esto viene a cuento porque hace algunos meses me vino a la cabeza una relación entre Jorah Mormont “el Ándalo” y Rodión Románovitch Raskólnikov. Imagina usted ¿qué tienen en común Jorah Mormont y Rodión Románovitch Raskólnikov?

¿Se le ocurre algo?, ¿Cree que he venido a teclear estando ebrio?, ¿No? Pues resulta que tanto en “Juego de tronos” como en “Crimen y castigo” la forma de pensar de estos personajes delata sus acciones previas. No sólo hacen caso a la popular frase sobre la conveniencia de los malos pensamientos, sino que ellos, al ser artífices de atroces actos, tienen una cierta capacidad de pensamiento que los hace imaginar maquiavélicos planes en cabezas ajenas.

Sólo alguien que ha tramado y llevado a cabo, en estos casos, el trabajo de espía aderezado con traición y el asesinato tantos días deseado, tiene el pensamiento afilado para pensar elaborados ardides.

Y la cosa es que a ambos se los hacen notar. Hay alguien que percibe demasiado extraña su peculiar habilidad para maquinar conspiraciones (Daario Naharis y Fómich o Petróvich, no lo recuerdo). Esto los turba, los hace sentirse desnudos, de alguna manera descubiertos. Y si otra perla de la sabiduría popular dice que no teme quien nada debe, una especie de temor se posa sobre los hombros de nuestros polifacéticos personajes. Se preguntarán si esta persona les conoce algo o sólo tantea el terreno.

Y claro, también sabemos que el león cree que todos tienen su misma condición.


viernes, 13 de julio de 2018

Forjando mi armadura


Cuando uno escribe, vuelve una y otra vez a sus lugares comunes, a los sitios que conoce, en los que se siente cómodo, los que le mueven algo profundo, a los que le provocan urticaria (alguien podría decirme: oye cabrón, de eso ya te has quejado varias veces. Y es que si uno se ha vuelto un amargado que ha encontrado en la queja a una buena compañía, pues te quejas; y, si tienes la fortuna de tener lectores, sufrirán tus repeticiones y desvarios. No es la gran cosa en realidad).

Es que cuando uno intenta ser sincero mientras teclea parece ser el resultado obvio. Se escribe de lo que se conoce, y al parecer a veces no hemos quedado satisfechos con lo previamente tecleado, o existe una arista que no se había tratado en absoluto, o no a placer, por la razón que esto haya sido. O simplemente se repite la obsesión.

En cierto momento de susceptibilidad y acumulación rencorosa escribí, creo que consecutivamente, sobre el dolor que provocan las ofensas que vienen de ciertos destinatarios (mi madre) y sobre la pertinencia que tendría proveerme de una armadura en la que se estrellara todo sin menguar en mi hasta ahora frágil alma. Ahora veo que antes de eso también había tecleado sobre la calumnia materna que me tilda de egoistamentiroso ante mis para mí justos reclamos.

Es lo que hay. 

Ya Tamara (siempre Tamara) me había advertido, ¿hace cuántos años?: Tienes un asunto que resolver con tu madre. Tan obvio es el asunto. 

No veía manera de que eso pasara. ¿Intentar resolver algo con mi madre? Antes de eso logro correr un maratón a pesar de mi pie plano. 

Ahora lo puedo ver. El asunto es con mi madre –un asunto enorme– pero lo tengo que resolver solo. Porque finalmente al que le duele es a mí no a ella. El que necesita la armadura soy yo. 

Nunca voy a saber la razón por la que ha hecho tantas cosas, pero llegará el día en que deje de importarme y en que en verdad me valga una mierda lo que ella haga o deje de hacer para conmigo.



martes, 10 de julio de 2018

haciendo más magia


Hace algunas semanas también hablaba de magia, pero era sobre encantamientos de otro tipo: la magia de la inspiración y la magia del enamoramiento mutuo, del hechizo desencadenado por un beso anhelado. Sí mencioné de pasada los sortilegios del diván, aunque para ser exacto hablaba del descubrimiento que supone el autoconocimiento; un tipo de magia oscura.

La hechicería a la que me quiero referir ahora también tiene que ver con las sesiones de diván pero es mucho más tangible. La pude sentir, y experimenté la inmensa sorpresa de ver cómo literalmente por arte de magia algo en mí había cambiado. Quizá son cosas no trascendentales pero a mí me parecen inmensas.

Me he referido varias veces a lo chocantemente sensible que soy, con lágrimas tan precoces que a la menor provocación salen disparadas. Y básicamente es un asunto chocante porque la aparición de mis queridas lágrimas imposibilita mi habla, al aparecer desde las primeras palabras que quiero decir, dejándome como un imbécil que sólo lloriquea cuando esperaba decirle algo lindo a alguien.

Bueno, eso era antes. Ahora puedo hablar sin llorar, incluso de cosas que me duelen mucho durante la terapia. Algo que era imposible meses atrás. Incluso en la noche vieja pasada le dije unas palabras a mi familia (padres, tíos, primos y sobrinos) para expresales mi cariño. 

Esto es mucho más trascendental que la comprobación del último sortilegio experimentado, en algo tan común como jugar al basquetbol. La cosa es que no podía lanzar el balón con mi mano izquierda a pesar de botarlo mejor que con la derecha, y, de repente, sin haber practicado los siniestros tiros me encontré lanzando el balón con mi mano izquierda. Y claro, me volví a sorprender.

Una cosa es cierta, y es que la mayoría de las veces me siento como un niño ignorante que no tiene ni puta idea de lo que está haciendo ni de cómo funciona la psicoterapia; que a veces me siento perdido y sin rumbo, pero también, que al experimentar este último cambio físico en mí sentí como si hubiera deshecho nudos que tenía por ahí incrustados.

Me alegra pensar que tengo nudos más importantes que desatar y que ese buen Jung tenía razón: lo que aceptas te transforma.

Y esta imagen está rebuena, ¿que no?

viernes, 6 de julio de 2018

Reflexiones postelectorales


Andrés Manuel arrasó en la elección presidencial. Le sacó más del doble de ventaja al segundo lugar. Es el primer presidente electo en México de forma legítima, el primero que obtiene más del 50% de las preferencias del electorado.

Entre los que decidimos apoyarlo estamos de todos lados. Están millones de estudiantes difíciles de engañar que votaron por primera vez y jubilados hartos del gobierno rapaz. Están ricos y empresarios poderosos que desean un país mejor junto a pobres y miserables cansados de ver cómo los políticos se llenan los bolsillos con el cinismo más impúdico (los gobernadores del nuevoPRI para empezar). Está la clase trabajadora y la clase obrera que le quieren dar una oportunidad, no para que roben otros, sino para que dejen de robar, con una pequeña chispa de esperanza frente a la agobiante realidad del mexicano transa y valemadre. Están muchos que hace seis y doce años nos llamaban pejejos, pejezombies y demás adjetivos hermanados con la estupidez a quienes siempre le dimos nuestro apoyo, pero ahora lo apoyaban vehementes; también se cansaron de lo mismo.

Y sí, estamos los que estamos con él desde hace veinte años cuando era presidente del ahora agonizante PRD y luego quedó electo Jefe de gobierno de la Ciudad de México: con el depa en Coplico y el Tsuru blanco, las conferencias de madrugada y la pensión a los ancianos, la inimaginable construcción del segundo piso del periférico y la austeridad republicana, y tantas cosas más de las que todos sus adversarios prefieren hacer como que no saben que Andrés hizo tanto con tan poco. Y soportamos con él aquel infame intento de desafuero fraguado en el PRIAN y comandado por el pendejo de las botas de charol. Y vimos con rabia cómo nos robaron la elección. ¿Me pregunto si a los nuevos amlovers les dice algo Hildebrando?

Por desgracia estamos en México, y tampoco nos dejamos deslumbrar por el supuesto mesías. Estamos conscientes de todos los personajes deleznables que se unieron a Morena cuando vieron hacia dónde se movían las aguas; la fauna política mexicana está retacada de chapulines oportunistas que cambian de bandera como cambian de calzones; de miles que no ven el cambio que el país necesita y el fin de los privilegios para los servidores públicos sino el lugar desde donde podrán seguirse sirviendo lo que queda de la patria.

Espero que un gabinete con tal presencia femenina haga entrar en razón al presidente sobre lo necesario y justo que es que las minorías tengan derechos elementales en todo el país y que los derechos de la mujer sean respetados más allá de cualquier moralismo ignorante que se quiere imponer a toda costa.

Me da una lástima infinita ver cómo brotó el clasismo y racismo más recalcitrantes –aunque no me sorprende, lo veo casi todos los días: como nos ven nos tratan– ante la avasallante victoria. Para la élite voraz y para millones más de arribistas y wannabes ha ganado la ignorancia de chairos y nacos, de jodidos e ignorantes, de prietos y pendejos. Qué hacemos, es lo que hay.

Aquí estamos. Contentos pero sin sonrisa.