Hay un dicho, pesimista como pocos (aunque a pesar de ello no se
pasea por mis labios), que dice que si piensas mal acertarás. En otras
palabras, que esperar lo peor o lo malo de una persona o en una situación es lo
más conveniente si uno quiere tener razón o no quiere tener decepciones. Ya que
la decepción sobre algo que esperábamos mal, muta en una gratísima sorpresa; de
esas de sonrisa incluida.
Esto viene a cuento porque hace algunos meses me vino a la cabeza
una relación entre Jorah Mormont “el Ándalo” y Rodión Románovitch Raskólnikov. Imagina
usted ¿qué tienen en común Jorah Mormont y Rodión Románovitch Raskólnikov?
¿Se le ocurre algo?, ¿Cree que he venido a teclear estando ebrio?,
¿No? Pues resulta que tanto en “Juego de tronos” como en “Crimen y castigo” la
forma de pensar de estos personajes delata sus acciones previas. No sólo hacen
caso a la popular frase sobre la conveniencia de los malos pensamientos, sino
que ellos, al ser artífices de atroces actos, tienen una cierta capacidad de pensamiento
que los hace imaginar maquiavélicos planes en cabezas ajenas.
Sólo alguien que ha tramado y llevado a cabo, en estos casos, el
trabajo de espía aderezado con traición y el asesinato tantos días deseado,
tiene el pensamiento afilado para pensar elaborados ardides.
Y la cosa es que a ambos se los hacen notar. Hay alguien que percibe demasiado extraña su peculiar habilidad para maquinar conspiraciones (Daario Naharis y Fómich o Petróvich, no lo recuerdo).
Esto los turba, los hace sentirse desnudos, de alguna manera descubiertos. Y si
otra perla de la sabiduría popular dice que no teme quien nada debe, una
especie de temor se posa sobre los hombros de nuestros polifacéticos
personajes. Se preguntarán si esta persona les conoce algo o sólo tantea el
terreno.
Y claro, también sabemos que el león cree que todos tienen su misma condición.
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