Titulé la entrada anterior "El fiel traidor", y en ella, al principio mencioné "La vida de David Gale" de Alan Parker. Al terminar de escribir ese textito, me vino a la cabeza la idea de que ése personaje, David Gale, también podría ser catalogado como un "fiel traidor".
El vil ingrato hijodeputa que traicionó a su supuesta mejor amiga, para la opinión pública; el héroe secreto, sin fama ni gloria, para dos o tres personas enteradas. El impío traidor que paradógicamente recibirá como castigo aquello contra lo que había luchado de forma tan ferviente durante tantos años de su vida. Justicia divina, dirá esa juiciosa opinión pública.
Es una de mis películas favoritas. De las que he visto bastantes veces y con las que me sigo emocionando a pesar de saber qué va a pasar, aunque a veces no recuerdo del todo cómo es que pasa, así que lo sigo disfrutando. Aunque no recuerdo haberla encontrado en la tele ni que sea uno de esos filmes que pasa con cierta regularidad, y supongo que ahora menos, con la desprestigiada imagen del talentosísimo Kevin Spacey. Tengo la copia que compré usada en Blockbuster y que le proyecté a mis estudiantes, aunque luego un cierto lado sospechosista me advirtió sobre la mala idea que podía ser si me enfrentaba con una chica de malos pensamientos y buenas curvas: le estaba dando yo la receta completa para obtener lo que de mí quisiera. Nunca pasó. Pero ciertas ideas llegan un poco atormentantes.
Creo que la historia de David Gale tiene demasiados de los ingredientes que me gustan: un querible antihéroe, borrachín y pecaminoso; la búsqueda y resolución de un misterioso crimen en una historia enigmática; la exposición de una ideología de respeto por la vida y por la muerte digna; la verdadera amistad. Laura Linney y Kate Winslet en su esplendor. Una historia con demasiadas aristas para ponerse a pensar o platicar con buena compañía y un trago en la mano, preferentemente.
El vil ingrato hijodeputa que traicionó a su supuesta mejor amiga, para la opinión pública; el héroe secreto, sin fama ni gloria, para dos o tres personas enteradas. El impío traidor que paradógicamente recibirá como castigo aquello contra lo que había luchado de forma tan ferviente durante tantos años de su vida. Justicia divina, dirá esa juiciosa opinión pública.
Es una de mis películas favoritas. De las que he visto bastantes veces y con las que me sigo emocionando a pesar de saber qué va a pasar, aunque a veces no recuerdo del todo cómo es que pasa, así que lo sigo disfrutando. Aunque no recuerdo haberla encontrado en la tele ni que sea uno de esos filmes que pasa con cierta regularidad, y supongo que ahora menos, con la desprestigiada imagen del talentosísimo Kevin Spacey. Tengo la copia que compré usada en Blockbuster y que le proyecté a mis estudiantes, aunque luego un cierto lado sospechosista me advirtió sobre la mala idea que podía ser si me enfrentaba con una chica de malos pensamientos y buenas curvas: le estaba dando yo la receta completa para obtener lo que de mí quisiera. Nunca pasó. Pero ciertas ideas llegan un poco atormentantes.
Creo que la historia de David Gale tiene demasiados de los ingredientes que me gustan: un querible antihéroe, borrachín y pecaminoso; la búsqueda y resolución de un misterioso crimen en una historia enigmática; la exposición de una ideología de respeto por la vida y por la muerte digna; la verdadera amistad. Laura Linney y Kate Winslet en su esplendor. Una historia con demasiadas aristas para ponerse a pensar o platicar con buena compañía y un trago en la mano, preferentemente.
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