Pasaron diez años ya de aquella primera entrada en la que dije que escribir era una necesidad que tenía. Luego de más de 800 entradas parece que tenía razón. Al menos no ha quedado como la presuntuosa sentencia de uno más de los miles que todavía abren blogs, pese a que dicen los que presumen saber, que ya nadie lee.
La sorpresa fue, y es, saber que quienes se acercan a leer estas letras de este Gilo son personas que no me conocían, y que las visitas a esta humilde morada electrónica son exclusivamente por el gusto de leer lo que este tipo teclea. Lo que me da un orgullo inmenso.
El orgullo por escribir. Por hacerlo de la mejor manera posible, poniendo empeño y dedicación. El orgullo por lo aprendido, por esos versos que nunca creí que llegarían. La alegría por todos los amigos de letras. Por esa amistad sincera. El orgullo personal, esa satisfacción que es sólo mía.
Gracias inmensas a todos.