“Dependiendo el sapo es la pedrada” dice
mi padre, aunque generalmente se refiere a cuánto alcohol servirá en el vaso de
alguien; hay de gargantas a gargantas. Tomando en cuenta el posteo anterior, la
cosa es que, se toma uno las cosas de quien vienen, o al menos así deberíamos
hacer. Las ofensas duelen dependiendo de quien es el remitente, obedeciendo a
la cercanía que tenemos con el agresor.
Como me comentaba un buen amigo, no va uno
a pasarse la vida esperando cosas de gente de la que no tendríamos que esperar
nada, sería muy estúpido. Pero las pedradas duelen dependiendo de quién es el
sapo que las avienta.
Y puede ser uno consciente de que ciertas
personas muy cercanas son como son y que no deberíamos esperar más que
groserías de su parte, puede hacerse uno a la idea de que así si esa mujer es
tu madre y te parió con dolor, es capaz de actos infames y malaleche hacia ti.
Puedes ser totalmente consciente de ello, y decir incluso: “de ella sólo espero
groserías, no espero nada bueno”.
La cosa es que, aun si crees estar
preparado para resistir ciertas actitudes, éstas llegan por sorpresa, te toman
con la guardia baja y la armadura guardada y se incrustan en tu estómago
golpeando donde no esperabas.
Y sí, las cosas te las tomas de quien
vienen. Y por más que lo racionalices, las ofensas de tu madre te siguen
haciendo daño.
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