Encontré una familia en Ultraversal, y
miren nada más que familia distinguida: una familia de escritores y poetas, de
personas generosas que me han dado su amistad y compañía. Además, visitantes
distinguidísimos para mi pequeño blog.
Creo sinceramente que si mi escritura ha
mejorado en estos casi tres años ha sido precisamente por la convivencia
constante con este grupo de soñadores, de amantes de las palabras precisas, el
aprendizaje y el compartir el conocimiento; de esta gente que se ha vuelto tan
importante en mi vida.
Ya dije una vez que me siento andando entre gigantes, caminando hombro a hombro con ellos, hermanados todos en el
amor por la escritura.
Nuestra Revista tiene un año en el
ciberespacio, nuestra Comunidad dos y medio. Dos años y medio de combatir la
ignorancia y la terquedad del que se siente poeta sin saber qué significa eso,
de enfrentar supuestos escritores que no saben distinguir entre lástima y
lastima, sin albur incluido; ambos, especímenes con una visión pobre y vacía
sobre el arte.
Tuvimos que hacer frente a dos locos
resentidos, más una pizca de imbéciles que se les sumaron creyéndose vengados
en sus personalísimos agravios. No sabían con quienes se habían metido, no
sabían quién era Eva Lucía de Armas tomar.
Soy feliz aquí con esta familia mía.
Los abrazo fuerte compañeros poetas, como
dijera Silvio (no el nuestro) –aquí vale un ríome–
en esa entrañable canción.
Larga vida a Ultraversal.
Vinos de La Rioja, de Córdoba y de Baja California
para brindar con ustedes, o de donde ustedes quieran.
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