Hace ya varios años que mis padres
compraron un pedacito de tierra en el panteón del pueblo para que ahí los
enterremos el día que mueran, porque, al menos mi madre, ha sido muy enérgica
en dejar claro que quiere ser sepultada, como dios manda. Pienso que a mi padre
le da igual lo que se haga, pero como en casi todas las decisiones de su vida,
se complica menos si le da la razón en lo que ella decida.
Hace menos años, les recordé que ellos
nunca nos enseñaron ni a mis hermanos ni a mí a ir al panteón y que nunca hemos
ido con ellos, por lo que me parecía algo ilógico que quisieran ser enterrados
en ese lugar si seguramente nunca los visitaríamos como ellos nunca visitan a
sus padres. Mi madre siempre ha argumentado que las cosas se deben dar en vida,
por eso no le ve sentido a llevar flores al cementerio. Yo he ido al panteón
con mis tías paternas o cuando voy al sepelio de alguien, pero nada más.
Por otra parte, creo firmemente que una
vez que morimos nuestro cuerpo no tiene ya ninguna utilidad. El alma, o pena
por ahí o ya está en el lugar en donde esperará volver a habitar otro cuerpo. Es
la luz que no puede hacer ya nada en un foco roto.
Así que si el cuerpo fue enterrado para
desintegrarse poco a poco o si fue reducido a cenizas no importa ya, es el envase
vacío que tiramos porque ya no sirve para nada. Por tanto, me parece absurdo
que la gente conserve las cenizas del cuerpo de alguien y diga que ahí está la
persona, pero también lo es ir a ver un cuerpo carcomido o un esqueleto en un
cementerio.
Pero el extremo de esta noción de la
inservible idea de conservar un cuerpo humano inanimado, lo acabo de ver en Captain Fantastic. Una idea tan radical
como coherente. Claro, coherente para alguien que piense como yo a este
respecto. Finalmente, cada uno hace con su culo un papalote.
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