jueves, 14 de noviembre de 2013

lets go to the buen fin


Los mexicanos tenemos una relación amor/odio con los Estados Unidos. Una relación fraternal y de desprecio al mismo tiempo. La gran mayoría de nosotros tiene al menos un familiar radicando allá, viviendo o sobreviviendo su sueño americano. 

Nos vanagloriamos alardeando que “ellos” no tienen tradiciones, que no tienen historia cultural, y que por el contrario, nosotros sí que tenemos demasiada historia, hasta “pa aventar pa arriba”. Pero qué bonitas son las tradiciones mexicanas.

La cosa es que cada vez vamos adoptando, apropiándonos, de “sus” tradiciones, de sus formas de ser, de sus palabras. Quesque para vernos modernos. De modo que los anglicismos nos están lloviendo a cántaros, tenemos: bullying, hostess, spin offs, backstage, business class, feedback, jogging, gamers, hatters, y un larguísimo etcétera.

También nos invaden desde dentro los Brayans (no Brians), los Jovanis o Yobanys, o Jobanis, (o como lo quieras escribir, la cosa es que se oye muy chingón, muy moderno), los Brandons, incluso los Estivs (no Steves) y los Maicols (no Michaels). De la misma forma que las Asslys, Leydis, Michels, y supongo que habrá alguna Biyoncs (en honor a la mujer de las caderas mágicas).

Conozco personas de mi generación con nombres prehispánicos mexicanos. Tuve compañeros en la escuela: Xochitl, Ixbalanqué, Cuitlahuac, Ehécatl, Tonatiuh, Citlalli, Tzitziqui, Malinalli, Mayahuel, Mixtli, Cuauhtémoc o Yulotli. Pero es más que obvio que estos nombres indios no permean modernidad.

Nuestra liga de futbol, aunque desde al menos 15 años ha adoptado el formato argentino de apertura y clausura, tiene el modelo estadounidense de “playoffs”, de postemporada, aquí llamada liguilla, donde quien califica de último tiene la posibilidad de ser campeón.

Todo este “rollo malvibroso” viene a cuenta de que, a partir de mañana, se llevará a cabo en nuestro querido país, “el Buen fin”. Una copia mega chafa del “Black friday”, fin de semana de, dicen los que lo han vivido, rebajas espectaculares. Aquí, fin de semana de descuentillos mediocres, que sólo sirven para que el endeudado pueblo mexicano se endeude un poquito más. Incluso los gobiernos estatales y el federal adelantan el Aguinaldo para que puedan gastar más a gusto. Y todos seamos más felices.


6 comentarios:

  1. Qué triste final el de esta entrada... Lamento no conocer más nombres prehispánicos como los que mencionás.

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    1. Pues acá es triste que algunas de las lenguas prehispánicas están cerca de su extinción. Pues son nombres de acá, no sé qué nombres hubieran allá en Argentina. Gracias, un abrazo.

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  2. Y si, ¿adoptamos de ellos o es que caminamos paralelamente? A ver Gildardo, te propongo que analices por qué es que en estos tiempos ya no se habla por teléfono, cualquier conversación, y más si es con alguien que recién conoces, es por medio de whatasapp. Es triste, pero no queda otra que adaptarse, aunque sólo sea para que mandarte a tomar por culo por mensajitos...

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    1. Saludos Luca, mira yo sé que debemos adaptarnos a los nuevos tiempos. Pero me resisto. Aún no tengo facebook y la verdad no sé si algún día lo abra. Me gustan las interacciones personales, los juegos de mesa, armar rompecabezas, tomar cervezas o cualquier otra cosa sin importar que al otro día haya que trabajar temprano, ese momento ya no se repetirá.
      Yo estoy muy consciente de la relación que tenemos con los Estados Unidos, y en términos generales no me molesta. Sé del dominio cultural. Lo que me molesta es la doble moral de la mayoría aquí, personas que nombran Brayan a su hijo, pero luego se quejan del halloween, que es extranjero y que deberíamos preservar nuestras tradiciones, pero la verdad ese discurso es pura pantalla.
      No sé si habré expresado bien lo que quería.
      Un abrazo fuerte.

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  3. A todos los países nos cercan tradiciones importadas como manadas de lobos en círculos y van abriendo brechas, instalándose como el reciente tatuaje en nuestra piel de una lengua ajena a la nuestra. Un cordial saludo

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    1. No me opongo a eso María José, mucho menos respecto al lenguaje que es un ente siempre cambiante. Como dijo un buen amigo, es algo que no podemos cambiar. Gracias por leer y por comentar. Un abrazo

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