domingo, 3 de febrero de 2019

la voz

A veces no reconozco a la voz que escribe, a mi voz cuando escribo. Ese susurro que me va dictando las cosas que debo teclear, a la que se le ocurren las palabras y las frases y las bromas; la que es sarcástica o cursi, a veces demasiado; a veces cruel o presuntuosa. La voz que edita sobre la marcha: eso es genial, eso es basura, eso mejor no, espera... eso amerita otro texto, escríbelo antes de que se vaya y jamás vuelva (como pasó ahora). Estoy seguro que es la que se deja seducir por las musas, o la que las seduce quizá; la que se hace la interesante para que me vengan a poner ese beso en la frente que detonará cientos de tecleos con algún sentido, consentida la voz.

A veces me parece tan original, que debo sonreír mientras tecleo. Pura vanidad, qué hacemos. Soy humano. Esa excusa siempre me ha parecido patética. Pero la voz me hace pensar que aquello es una puntada graciosa. ¿Lo es? Debo decir que me parece original para mí, para las cosas que he dicho, que es un destello que en verdad me asombra porque no veo de dónde pudo haber salido. Porque sé que seguro hay bastantes colegas a los que también les ha pasado por la cabeza y algunos la habrán podido expresar de mucho mejor manera que como yo lo hice. O será que aquella musa nalgapronta se divierte susurrándole lo mismo a cada escritor que le atrae un poco. Puede ser.

Pero a veces la voz abusa de lugares comunes y si acaso lo que estoy tecleando tuviera algún valor este se reduce debido a la manera poco original como lo estoy diciendo. Sobre todo con expresiones y frases hechas, algunas tan gastadas que me parece en extremo patético que hayan pasado mi supuesta edición, por la censurante voz. Porque vamos, soy tan común que es muy lógico que se me ocurran tales gastadas sentencias, pero al menos debería darme cuenta cuando han aparecido y ni siquiera pasarlas por mis dedos.

A veces también la voz me dice que sería buena idea si vamos a ese lugar donde esas chicas lindas y coquetas se quitan la ropa mientras sonríen a la cámara. Y a veces (muchas veces) le hago caso.


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