Aquí en México el idioma que hablamos,
que yo llamo español mexicano, nos viene del castellano, al que generalmente
llamamos español. Es un castellano que se amalgamó a ciertas palabras de
náhuatl, que era la lengua dominante en el centro del país, mas no la de mis
ancestros jñatjo (mazahuas).
Pero siendo que este hermoso país está tan
lejano a dios y tan cerquitita de los Estados Unidos, es que las nuevas
palabras, emanadas de las nuevas tecnologías, las hemos tomado del inglés; así
que a pesar de hablar “español” nosotros no tenemos ordenadores ni móviles,
tenemos computadoras y celulares (computer and cellphone).
De hecho, podría jurar –poniendo mi
colección de Mates como garantía– que ahora tenemos en nuestra habla cotidiana
muchos más anglicismos y algún que otro término francés –por aquello del buen
gusto–, que palabras prehispánicas. Digo, hay lugares donde te podrías creer
que estás en algún lugar de gringolandia viendo todas las marquesinas de
restaurantes y tiendas en inglés. Is this real?
Pero bueno, el detonante de toda esta
perorata inútil fue que al buscar una imagen para ilustrar el posteo anterior
sobre las seños, me encontré con que en una buena parte de Latinoamérica, si no
es que en toda ella, a las maestras desde preescolar hasta sexto de primaria se
les sigue llamando seño, como yo
llamaba a mis maestras en el kínder y como en este país no he vuelto a escuchar
que llamen a las educadoras.
Pero qué quieren mis estimados lectores,
estamos tan cerca del imperio que poco a poco se están apropiando de nuestro idioma,
y tan lejos de diosito que poco podría hacer para evitarlo. Oh my god!
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