domingo, 30 de abril de 2023

No es justo, se quejó un desconocido en una parte del patio donde no esperaba encontrar oídos extraños que recogieran sus confidencias. Claro que no lo es. Como también mi madre dijo no sé cuántas veces al volver a casa, sobre la forma de morir de su querido primo: si yo hubiera estado más al pendiente, si lo hubiera visitado más. No es justo, Dios mío, no es justo. Entonces ninguna de sus hermanas se atrevió a contradecirla, a señalarle que generalmente se cosecha lo que hemos sembrado, que los actos tienen consecuencias, y a pesar de todo eso, pocas veces puede uno ver a la justicia. Yo la miré durante una luz roja, quizá con más compasión de la que jamás la había visto, observando su devastación. Con toda su tristeza haciéndosele bola en los ojos. No lloraba, ya no, pero sus ojos eran los más tristes que he visto. Quizá los más tristes que veré, si no encuentro a alguien que pueda decir que yo era bueno a pesar de todo lo que haya hecho. Quien me perdone las ofensas en un afán piadoso y obligado. Quien me acompañe en las horas previas a la muerte. Quien le pida a los presentes que me recen un rosario por favor.



1 comentario:

  1. Cierto tipo de cosas se vuelven más complejas de lograr a medida que pasan los años. Y de una forma u otra, eso de que cosechas lo que siempre, termina teniendo volviéndose verdad.

    Saludos,
    J.

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