lunes, 20 de noviembre de 2023

escribir

Mis lágrimas se han interpuesto muchas veces cuando quiero decir algo o cuando canto una canción para alguien especial. De pronto ya no puedo hacerlo porque se ha cerrado mi garganta, y lo que queda es el espectáculo ridículo de un adulto lloriqueando como niño. 

Algo patético en realidad. Razón por la que decidí, contra mis impulsos más inmediatos, guardar silencio, cosa que por fortuna también he podido hacer algunas veces en otras situaciones, donde mi boca cerrada evita lo que podría no tener remedio. 

Para un bocón como yo, algo tan valioso como difícil.

Tenía apenas unas semanas visitando al terapeuta cuando creo que me preguntó qué era lo que me dolía. Le dije que no iba a poder decírselo, que me iba a poner a llorar antes de poder hacerlo, que mi garganta se cerraría mientras se me mojaba el ojo izquierdo, para empezar, aunque seguramente ambos.

Dijo que entonces lo escribiera. Para entonces ya cargaba siempre la pequeña libreta y la pluma en los bolsillos del pantalón, así que los saqué, y en unas pocas líneas escribí eso que me dolía tanto. 

Le quise dar el papel para que lo leyera, pero me dijo que yo lo hiciera. Le respondí que no iba a poder, pero él argumentó que lo intentara. Obedecí. Y contra todos mis pronósticos pude hacerlo. No supe cómo, sólo lo hice. Sí, con mis ojos mojados, pero lo pude hacer. 

Al terminar de leer lo voltee a ver, con los ojos mojados; sintiendo la garganta amarga y mucha vergüenza.  Sintiendo que me miraba con compasión, o así lo sentí, así necesitaba sentirlo.

Todavía me maravilla cómo hacer algo tan sencillo me permitió hacer algo que creía imposible.





2 comentarios:

  1. Una técnica realmente curiosa, pero por lo visto muy útil. Realmente escribir algo que te sale del alma es un ejercicio de catarsis que ayuda a digerir mucho mejor los traumas.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  2. La escritura siempre salva. Incluso cuando no hay nada/nadie que salvar.

    Saludos,
    J.

    ResponderEliminar