miércoles, 2 de junio de 2021

cosechar versos

 

Me cuesta sacar un poema de la nada, sentarme y pensar en escribir unos versos sobre algo. Me cuesta demasiado. Y me quedo pensando cómo hacen los que llenan poemarios y poemarios. 

Lo mío llega de golpe. Es un impulso, una necesidad, aparece una idea que es la punta de un hilo que podría ser suficiente. Y a veces sólo hace falta escribir esa primera línea para que todas las demás salgan con bastante buen orden y respetando la medida de ese primer verso.

Algunos nacen de un robo. Dicen que dijo Picasso que un artista toma lo que necesita, y ya. Pero mi ñoñez innata me obliga a señalar el préstamo, que algunos sí podrían tachar de robo ya que no pido permiso al autor de esa línea. Lo tomo, lo escribo y lo entrecomillo: ni tan bueno ni tan malo.

La verdad es que es un proceso que me maravilla. Que seguro no sé explicar, pero que disfruto cuando aparece. Hace diez años no hubiera imaginado escribir decente poesía medida.

Hay que agregar los botones:

 

Siempre los pozos se tapan
después de ahogados los niños,
las vestiduras se rasgan
aunque las porten los pillos
porque llorar las tragedias
parece que da prestigio,
y mostrarte consternado:
ninguno ve tu cinismo.

Las redes tan peculiares
fingen clases de civismo,
todos tienen la respuesta
más sólo es pan con lo mismo,
la indignación del momento
trending topic del instinto,
pues sus actos cotidianos
no cambiarán ni tantito.
 
 
 
La vida nos encontró
caminando sin fijarnos
y aunque falso pareciera
pronto nos enamoramos;
entre esa charla tan linda
–los ojos compenetrados–
la sinceridad a flote:
nuestras almas se hermanaron.

Yo ya no esperaba nada
ya sólo encuentros mundanos
darle algún calor al cuerpo
y a la risa algún resabio.
Y llegas tan deslumbrante
a pesar de los estragos
que te ocasionaron otros 
cuando en tu lecho jugaron.
Igual de decepcionada
sin esperar nada a cambio
de esas palabras sagradas
que el corazón me curaron.

Y nos hablamos sin miedo
el alma puesta en la mano
mostrando nuestras carencias
y los huecos que quedaron.

Y hoy a tan pocos días
sin miedo nos arriesgamos
a soñar la vida juntos 
llenos del amor más claro.
 
 
 
Nos juntamos sin planearlo
todos íbamos risueños.
Quién pudiera imaginarse
nuestro plan con sólo vernos,
un grupo tan delirante
que caminaba entre juegos
dignos de toda confianza
sin sospechas en el pecho.

"Una asamblea de suicidas"
hartos de ver morir sueños
con las almas calcinadas
contemplando el universo,
tan cansados e impacientes
de esperar lluvias de fuego
que nos calienten el alma
y al cuerpo le den sustento.

Fue una sorpresa encontrarnos
toparse con tantos muertos,
no todos viejos cadáveres
había ciertos rostros tersos.
Qué han hecho estos pobres diablos
si vivir siempre es tan bello.
Nunca sabrán el por qué
nos fugamos en secreto.
 
 
 
"La estúpida obediencia del efecto a la causa"
la mítica costumbre de ensamblar coincidencias,
más el deseo perenne por no quedarse solo:
imagina qué sale de esta mezcla que anhela.
 
Que anhela tus mañanas, tus tardes y tus noches,
tus guisos, tu cintura, poder curar tus penas;
tu risa, nuestros juegos, los abrazos bonitos,
las pelis, el vinito, nuestra charla perpetua.

Lo cursi se acumula, las ganas no me caben,
los efectos que cuadro con mis miopes poemas;
la infantil fantasía, pensar que te merezco,
acumulando causas, buscando coincidencias.

Qué puedo yo saber de causas y de efectos,
sólo sé lo que siento, que mutaste mi esencia
en versos al futuro, en risas y detalles:
en saber que te quiero junto a mí siempre cerca.
 
 

 

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