jueves, 11 de mayo de 2023

Ayer en la noche no tenía ganas prácticamente de hacer nada. Y no es exageración. O no del todo.

Habíamos regresado de la comida de las mamás al rededor de las ocho de la noche, lo que significaba unas cuatro horas para hacer lo que más me atrajera: leer a Bolaño (2666) o poner una serie o una película, tras la que también podría leer un rato al chileno. 

No tuve ganas de lo uno ni de lo otro, ni de ninguna combinación entre estos gustos nocturnos. Pensé en perder tiempo mirando el televisor, quizá encontrando alguna película que me gusta, pero tampoco había nada así. Quizá un juego de beis, sabía ya que el basquetbol era por streaming, pero tampoco hubo suerte. Lo único era futbol mexicano, que aunque ya esté en playoffs, no llama ya mi atención.

Luego de minutos en la incertidumbre, el desánimo y la indecisión, me decidí por buscar en hbo una película con las características que antes busqué en la tele (una película ya vista), con la ventaja de verla completa.

El orden alfabético favoreció a Goodbye Lenin, que si acaso volví a ver después de verla en el cine, fue hace bastantes años.

La disfruté mucho. Es lindo para mí ver algo que sé de qué va pero de lo que he olvidado los detalles de muchas cosas. Reconociendo el piano de Yann Tiersen desde un inicio, luego de haber escuchado complacido tantas veces la banda sonora de Amelie.

Terminó siendo una buena noche.



1 comentario:

  1. Hace mucho tiempo que la vi y recuerdo que me gustó. Con la memoria que tengo en un mes ya se me olvida y puedo volver a verla como si fuese la primera vez... jajaja
    Besos.

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