Parecía ser una buena opción en la cartelera cinematográfica
cuando vimos el trailer en alguna otra proyección, pero cuando salió no la
trajeron al cine que está cerca de la casa. Luego, tras sólo dos semanas se
fue. De los misterios de las carteleras del cine. Meses después, ¿un año?, me
encuentro el libro y me lo llevo.
Resulta que Un monstruo viene a verme es la historia en que una escritora (Siobhan Dowd)
trabajaba cuando la interrumpió la muerte, el cáncer; y otro escritor (Patrick Ness)
retomó y dio término; muy satisfactoriamente en mi pequeña opinión. Aunque no sé qué tanto sea de cada uno de ellos.
El libro me significó mucho, de distintas maneras. Desde la obvia:
el monstruo que habita dentro de mí vino a visitarme, el proceso de poder
mirarme con toda mi oscuridad, sin matizar, en bruto, con vergüenza e
incomprensión; el monstruo que a veces necesita salir. Pero en otra parte el
monstruo es el terapeuta, al menos así lo sentí: tú me llamaste, le dice el monstruo a Conor, estoy
aquí porque tú me hiciste venir; yo fui a la terapia por mi propio pie.
Hay secretos que no se dicen, verdades que se llevan con vergüenza
y resignación donde nadie pueda encontrarlas jamás, partes nuestras que no
compartiríamos ni con nuestra amada pareja; verdaderos placeres culpables, de
los que en verdad avergüenzan, no de los que se propagan como si de algo
extraordinario de tratara, como los intelectualoides que gustan de bailar
cumbias o de ver comedietas románticas.
Es un libro de claroscuros, diría que de una belleza espinoza.
Donde se puede ver que en la vida no hay buenos ni malos, sólo circunstancias
que nos inclinan hacia algún lado de la balanza, y que nos matizan dependiendo
de lo educado de los ojos que nos juzgan. Pero nadie se salva.
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