Siempre he sido tímido, muy tímido. Poseo
una vergüenza excesiva que raya en lo ridículo. Por más que analice una
situación y sepa que sólo atreviéndome a hablarle a esa chica que me atrae o
con la que podría tener algo con un poco de suerte, no soy capaz de ir hacia
ella e iniciar una conversación, bueno, a veces no puedo ni siquiera mirarla si
nuestros ojos se encuentran en tiempo y espacio.
Mi poca experiencia sexual está ligada
íntimamente al consumo de alcohol. Estar muy ebrio y encontrar una fémina en
similares circunstancias ha sido la única manera en que he podido probar unos
labios de mujer o en que he terminado enredado entre las experimentadas sábanas
de un hotelucho cercano. A veces no he tenido siquiera que pronunciar alguna
propuesta o diálogo mediador, todo ha quedado resuelto por nuestros deseos
sexuales libres de conciencias represoras.
Aunque como he dicho, mi experiencia
sexual es bastante pobre. Esos alcoholizados encuentros no son algo frecuente.
En muchas fiestas hay muy pocas chicas y la mayoría de las que están van
acompañadas. Hay otras veces en que las amigas de la chica con la que te estás
besuqueando tienen los ojos bien puestos sobre la momentánea pareja y no
permitirán que salgas de ahí con ella. Enemigas primordiales del sexo casual,
envidiosas de la suerte de su acompañante.
La aparición del internet y los chats han
sido para mí y supongo que para un montón de gente como yo una bendición. La
posibilidad de interactuar y ligar sin el temido encuentro cara a cara es
maravilloso. A través de la computadora puedo decirle a una mujer piropos
educados propios de admirables caballeros o proposiciones abiertamente
sexuales.
Sólo se necesita un poco de paciencia y
persistencia para adecuarse a los entresijos de la red. Para darse cuenta de
cuáles son los lugares para encontrar mujeres solitarias o qué estrategias usar
para hacerte amigo de un montón de chicas, y poco después, pasar al plano
romántico sexual.
Pero después de ser un aceptable Donjuan
virtual, me he convertido en un muchísimo más torpe conquistador en la realidad. La virtualidad ha terminado por hacerme un inútil
completo en los encuentros reales.
Después de la última fiesta, debo volver
al cibersexo. Eso ya lo domino.
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