Escuché una historia sobre una aspirante a
bailarina que pidió una audición a un gran artista cuando éste se encontraba de
visita en su ciudad, para que le dijera si es que tenía facultades para la
danza. Después de que presentó un pequeña rutina en la que mostró todas sus
habilidades, el artista le dijo sin más que no servía para bailar. Por esta
razón, la chica se frustró y no volvió a intentar bailar jamás en su vida,
enterrando todos los sueños que tenía para el futuro.
Muchos años después, cuando la chica tenía
casi cuarenta años, regresó al pueblo aquel artista que le destrozó los sueños;
y ella, viendo la oportunidad, se armó de valor y lo encaró diciéndole que
gracias a él, había dejado la danza para siempre.
El hombre la miró perplejo, y con toda la
calma de que era capaz, le dijo que él siempre decía lo mismo a todos los que
se acercaban a preguntarle eso, sin importar el talento que le mostraran. Pero
si de verdad querían bailar, lo iban a hacer a pesar de lo que él dijera,
cumplirían su anhelo contra cualquier adversidad.
La mujer se retiró completamente triste.
Frustrada y molesta, pensando en todo lo que pudo haber hecho si ese hombre no
le hubiera dicho aquello. Contemplando afligida los hubieras más bellos, que se
habían extinguido ya.
La historia, es claro, va sobre el luchar
contra todo con tal de alcanzar aquello que deseamos, sin importar que el mayor
experto nos diga lo contrario. Sobre seguir los sueños a pesar de todo. Y toda
esa mierda motivacional.
Hay gente terca, decidida y necia (como mi
madre), que va en pos de un objetivo y no se detiene por nada. Generalmente
personas con temperamento colérico. Pero también estamos otros que no somos
así, que somos lo contrario. Personas que se desaniman a la menor provocación,
que se deprimen, que ven todo en tonos grises, con la cabeza llena de peros.
Personas de temperamento flemático o melancólico. Personas como la chica de la
historia.
Qué diferente habría sido esa fábula si el
afamado artista hubiera sido sincero, o si hubiera sido alguien que motiva en
vez de alguien que reta y que se quiere hacer el listillo. Qué le costaba
decirle, en caso de que así hubiera sido: “no eres tan buena como crees, pero
si de verdad quieres hacerlo nunca te rindas. No dejes jamás de practicar y lo
lograrás”.
Pero esa no es una historia dramática de
libro de autoayuda. Y la chica le creyó al experto.
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