Si hacemos una suma de mis “cualidades”:
acumulación, fetichismo, ordenamiento, maniaco, cuidadoso, obsesivo, contemplativo,
ordenado, entre las que señala un artículo sobre las características de un
coleccionador, resulta fácil entender este comportamiento que me ha abrumado
desde pequeño.
Pero bueno, es parte de mí. No la mejor
parte pero tampoco la más dañina. No gasto todo el dinero en esos objetos que
me apasionan, por suerte también soy algo tacaño o consciente de que a veces no
puedo “tener” eso que quiero tener por más maravillosa que me resulte la idea.
Es como el comportamiento del alcohólico o
del infiel, pero igual que en otros tantos aspectos de mi vida lo acompaña la
mediocridad. Soy un coleccionista mediano de la misma manera que soy un escritor
mediano o un dibujante mediano; nada del otro mundo, lo necesario para
apantallar gente sencilla. No es una queja, sólo un hecho. Y como dijera
Serrat: las verdades no son tristes, sólo no tienen remedio. Y mejor realista
que iluso.
En fin, que en la entrada anterior estaba yo enumerando las cosas
que he coleccionado a lo largo de mi vida, y hay dos objetos que comencé a
coleccionar ya de adulto y que al parecer seguiré acumulando por lo menos
varios años más: dvds y figuras de Mate, el mejor amigo del Rayo Mcqueen.
Y es que pertenezco a esta generación de
adultos que compran juguetes y se meten a ver películas de Pixar aunque no
lleven ni al hijito del vecino, una audiencia bombardeada por todo tipo de
artículos de colección y totalmente sumergida en un consumismo absurdo, tan
absurdo como esos mismos que compran juguetes que no sacan nunca de sus
empaques porque se supone que así pierden valor. Mmmmmta, me hubieran dicho
antes de abrir cada una de las felices grúas y de haber chocado las que son a
control remoto.
Hablando de las películas, ya he dicho que
no soy despilfarrador, así que sólo las adquiero cuando están de promoción en
algún lugar, al 2 x 1 o cuando ha pasado ya bastante tiempo de que las pusieron a la venta y
cuestan menos de una sexta parte de lo que costaban al principio. También
compré muchas películas usadas en Blockbuster, que ofrecía un 3 x 2, pero ya no
existe. De hecho, ahí compré algunas cosas bastante buenas.
Y en estos tiempos de streaming e internet
parece todavía más absurdo querer poseer físicamente las películas y las
series. Pero somos una especie absurda. Además, todos sabemos que a veces se va
la luz, y en caso de un apocalipsis que acabe con el internet podría poner un
negocio rentando mis queridos dvds. Jajajajaja. Todo puede pasar.
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