Te extraño por la casa. Extraño tu risa
por todas las habitaciones, esa contagiosa melodía que hacía eco en cualquier
pared y con cualquier persona, pintándonos a todos una sonrisa. Los días en que
venías, unos días o un instante, eran momentos maravillosos llenos de dicha y
emoción. Creo que eras la consentida, con la que a todos nos gustaba estar, a
la que más disfrutábamos. Sobretodo extraño cuando pasabas a mi habitación y te
quedabas un rato a compartir tu risa. Siempre se quedaba más de un día el olor
de tu esencia.
Ya no estás más por casa. Creo que nunca
volverás. Pero así pasa con todas las familias. Terminan separadas de una forma
o de otra.
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