Recuerdo que cuando mi hermana y yo estudiábamos
la universidad, ella hacía bastantes corajes respecto a lo prohibitivo que era
mi padre con sus salidas y lo benévolo que era conmigo, a pesar de que ella es
mayor. A ella le pedía que llegara a la casa a cierta hora (quizá 1 o 2 de la
mañana, no lo recuerdo), para mí no había restricción; si regresaba al otro día
a las 7 am, sólo me preguntaba, sin asomo de preocupación, si había estado
buena la fiesta, quizá imaginando que pude haber tenido sexo y por tanto
sintiéndose orgulloso de su vástago.
“Pero por qué a él no le dices nada si
llega mucho más tarde que yo”. Mi padre sólo guardaba silencio, algo que hace
bien, sepultando su reclamo. No tenía las agallas para decirle que le
preocupaba enormemente que ella pudiera sufrir algún tipo de agresión sexual en
la clandestinidad de la noche. O que imaginarla teniendo sexo casual (o no) era
para él una idea demasiado dolorosa.
Vivimos en una sociedad machista. Fuimos
educados dentro de un contexto igual. En el que la honra de una hija debe ser
protegida contra todos pero las hazañas sexuales de los hijos debe ser
promovidas e incluso exageradas, siempre más es mejor en estos casos.
A fines de febrero (28) fueron encontrados
en Montañita, en la costa de Ecuador, los cuerpos de dos turistas argentinas de
21 y 22 años. Al estupor por la muerte de las dos chicas se sumó el coraje y la
incomprensión cuando los medios cuestionaron el hecho de que las chicas
viajaran “solas”.
Eran dos mujeres, mayores de
edad, viajando juntas. Sin embargo, estaban “solas”.
¿Solas de qué? ¿Falta de quién? Eran dos. Pero como
nacieron mujeres, ser dos no les alcanzó.
Como si el hecho de que una mujer viaje
con un hombre garantizara su seguridad, como si al ver un hombre los agresores
perdieran sus intenciones de abuso.
La noticia le daría la razón a mi padre.
“Hija, te procuro por tu bien”. “Una mujer no debe andar sola porque se
expone”.
Eso es lo jodido del caso. Que en realidad
una mujer no pueda andar libre por donde quiera. Que el precio por su libertad
sea exponerse a que alguien no respete su integridad o su vida. De no poder
vivir sin tener presente que a alguien se le puede ocurrir joderle la vida.
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