jueves, 17 de noviembre de 2016

Ultraversal


Un día de noviembre de hace tres años recibí dos invitaciones para formar parte de una nueva comunidad de Google+. Una comunidad que buscaba la solidaridad y el crecimiento mutuo entre los blogueros que participaran en ella. Tenía un ideario y unas reglas claras y sencillas basadas en la participación de sus miembros: publico mis escritos pero estoy dispuesto a leer y comentar los escritos de los demás.

En otras palabras, buscaba darle sentido a la palabra Comunidad literaria.

Un asunto muy sencillo, pero no para todos. Mucha gente no aceptó las reglas y declinó la invitación. Otros sí, pero al poco tiempo la abandonaron porque sus enormes egos no permitían que un extraño les hiciera correcciones o sugerencias, tan acostumbrados a degustar insípidos: guauuuu, wowwwww, maravilloso, increíble y demás adjetivos ramplones otorgados en el afán de muchos creyentes del “sígueme y te sigo”, “di que te gusta lo que escribo (no tienes que leerlo) y yo diré lo mismo de lo tuyo”.

Siendo así las cosas, sólo quedamos poblando esa Comunidad virtual un pequeño número de personas, que al correr de pocos meses habíamos comenzado a tejer una bella amistad. ¿De cuántos intercambios poéticos fuimos testigos, de cuántos obsequios literarios?

Nos hicimos de una casa virtual. Un santuario a veces (más de las que hubiéramos querido) perturbado por gente que creía que esta era una comunidad como cualquier otra, sí, de esas donde todos postean sus cosas y nadie lee las de los demás, de esas donde cualquier fulanito invita a todos a pasar, compartir y comentar sus escritos. ¿Les suena familiar?

Pero esta Comunidad sólo era una parte de un proyecto mucho más grande. Ultraversal era un foro poético literario gratuito donde si te decidías podías aprender a escribir, donde mucha gente aprendió a escribir, donde muchos más crecieron como escritores. Un proyecto generoso y desinteresado que daba a manos llenas.

El proyecto ha terminado. Estuvo vivo trece años –decir vivo es usar el adjetivo adecuado– resistiendo todo tipo de adversidades. Sólo los que formamos parte de él podemos saber todo lo que ahí se vivió, todas las alegrías vividas y tragos amargos que trajo consigo de la mano de mentes mezquinas.

Estoy triste pero también creo en la eutanasia.

Flor Ultraversal. Ovidio Moré.

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