Ahí va uno de ingenuo –pendejo– a pedir
consejos sobre mujeres a una amiga. No sobre mujeres, sobre una mujer en
particular a la que no podemos entender. Pero dicen por ahí algunas mujeres que
a veces ni ellas mismas se entienden, que cuando tratan de racionalizar lo que
piensan y lo que hacen no hayan explicaciones lógicas. Aun así, ahí va uno.
A veces incluso, esta mujer a la que hemos
recurrido en nuestra desesperación ni siquiera conoce –realmente, sólo la ha
saludado un par de ocasiones– a la susodicha fémina causaproblemas. Pero si aun
conociéndola –lo que ella deje ver– no hay forma de que sepa por qué chingados
ha hecho lo que ha hecho o ha dicho lo que tanto nos doli ó, cómo va a darnos información que apacigüe nuestros pesarosos
pensamientos. Lo que nos va a proporcionar esta amiga es información basada en
su contexto, en su experiencia, en lo que ella cree, lo que a ella “se le hace”
que sea lo que pasa por la cabeza de nuestra domadora.
Qué jodidos podría saber esta amiga sobre
la mujer que nos está quitando el sueño.
También podría pasar –porque todo es
posible– que esta amiga sienta algo por nosotros y vea en esta consulta la
oportunidad de despojarnos de esa vieja loca que no nos valora, y prepare el
terreno para que libres de los tentáculos de aquella mala mujer lleguemos a sus
redentores brazos a conocer el amor del bueno.También podría pasar.
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