miércoles, 17 de abril de 2019

caminando



Voy caminando por una vereda, una vereda que creo conocer. No porque la haya transitado antes sino porque sé hacia donde quiero ir y este es el camino que me llevará hasta allá. Camino entre árboles y arbustos, sin demasiada dificultad. Hay trechos que son fáciles de andar, casi lisos, planos, seguros. Es un camino conocido en su mayoría. De alguna forma me siento seguro aunque no sepa qué vendrá después ni cuánto falta por caminar.

Pero en un cierto momento tomé otra vereda y me desvié del camino seguro. No sé decir en qué momento, no me di cuenta que mi ruta se bifurcaba y debía elegir. Sólo seguí caminando, y ahora estoy intentando andar por un lugar tenebroso y desconocido. 

Si dejo de lado mi miedo y miro lo que me rodea puedo ver que no es un lugar desconocido aunque siga siendo sombrío. Conozco casi todo lo que me rodea, aunque hay partes del paisaje que tenía demasiados años sin recordar. El lugar me muestra cosas dolorosas, cosas que quizá deseaba olvidar, dejar sepultadas bajo una montaña de trivialidades; pero, lo comprendo luego, cosas sin las cuales no podré terminar el recorrido.

No logro entender cómo llegué aquí. Sé que conscientemente hubiera intentado seguir sin pasar por aquí, sin recorrer la tenebrosa vereda. Parece que los hubieras estúpidos se resisten a abandonarme, ¿o yo a ellos? 

Y entre mis pasos y mis tanteos encuentro una puerta bastante perdida que no dudo mucho en abrir. Apenas he abierto una rendija y ya me ha invadido un asfixiante sentimiento de vergüenza. 

Ya estoy aquí. Debo mirar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario