lunes, 16 de marzo de 2020

los días que pasan

Han sido días difíciles. Mi madre está cada día más débil, y pienso yo que más cerca de la muerte, pero se niega a creerlo. De hecho todos menos yo se niegan a creerlo. Estoy cansado de escuchar a sus hermanos que todo va mejor y que va mejorando cuando la realidad dice lo contrario, y si de por sí detesto la religión ahora mucho más después de escuchar tanta estupidez. Me quedo callado. Pienso al menos no darle el disgusto de escuchar mis blasfemias y quejas, pero es complicado escuchar tanta basura y callar por respeto. Es prácticamente imposible hablar sobre una muerte digna y resignación frente al cerco ideológico que espera la labor de ese amorosísimo dios. 

Que sea lo que dios diga, me pongo en sus manos, dice ella en sus apenas audibles palabras. Yo sé que mi padre dios me va a curar porque me quiere mucho. ¿En verdad es tan difícil darse cuenta que todo lo que hizo en su vida lo consiguió por su esfuerzo, terquedad y dedicación?

Y puede que yo sea un hijodeputa insensible pero más bien creo que tres años de psicoterapia no han caído en saco roto. Y escuchar a su doctora me pareció definitivo, la señora no sabía ya qué decir, no sabía ya qué hacer, no supo qué responderme cuando le pregunté qué haríamos después de que nutriéramos su cuerpo, qué haríamos con el cáncer que, sigue ahí, supongo yo que creciendo. Bueno, al final dijo que pudiera ser que los imanes que le estamos poniendo lo curaran. Por dios.

4 comentarios:

  1. Por religión o por principio, por lo que sea, para algunas personas la única manera de morir dignamente es hacerlo dando la batalla y sin perder la esperanza hasta el último momento. Poco importa lo que digan los demás, supongo, sino qué quiere y qué necesita tu madre.

    Un abrazo grande para ti

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    1. Lo tengo muy claro Alís, sólo que las palabras buscan salir. Tengo que decir lo que siento de alguna forma.
      Abrazos.

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  2. Es terrible tener que hacer frente a tal situación que, por un lado, nos duele profundamente y, por otro, nos irrita al tener que oír mentiras que, por piadosas que sean, no ayudan. Nunca he sabido si, en estas circustancias, ellos llegan a creerse sus propias mentiras. Creo que haces bien en callar. Y si al enfermo, en este caso tu madre, le hace bien pensar que ese Dios magnánimo la va a curar, a ella ningún mal le hace.
    Un fuerte abrazo.

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    1. Lo sé amigo, lo sé. Sólo es difícil. Gracias por las palabras.
      Abrazos.

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