martes, 6 de octubre de 2020

Todos los nombres

He leído varios libros de José Saramago en los últimos meses. No sé por qué dejé de leerlo tantos años si mi experiencia había sido tan placentera con "El evangelio" y el "Ensayo sobre la ceguera". Seguramente una causa tuvo motivos económicos, aunque la verdad es que en los años posteriores a esas lecturas leí muy pocos libros, y luego nació Gil, y siempre es más fácil poner una película.

Siento que leer a Saramago es como cuando cantas algo muy largo sin poder parar para tomar aliento. Pero al llegar a ese punto no puedes parar, así que vuelves a tomar aire y continúas. Y luego, si en mi dislexia o estupidez leo algo mal, mis obsesiones me obligan a comenzar la oración completa para leerlo todo bien, no sólo desde donde cometí la pifia. Y a veces me vuelvo a equivocar: demasiada estupidez.

Creo que aunque don José describe como pocos (los pocos libros que he leído) la contradicción del alma humana, y las tantas acciones y pensamientos que no parecieran tener ningún sentido, en este libro me he identificado mucho con un aspecto del personaje, homónimo del autor. El libro es "Todos los nombres".
 
José, el protagonista, comienza a realizar una serie de acciones carentes de toda lógica pero que no puede detener. No hay forma de explicarlas, ni de explicárselas, ni de excusarse por hacerlas. Simplemente, por alguna razón que escapa a sus perezosas reflexiones, las ha realizado. 
 
Mi calca del personaje viene cuando este se pone a fantasear con posibilidades espeluznantes y fatalistas, producto de las acciones emprendidas. Con la precisa elaboración de futuros nefastos, llenos de vergüenza, resultado de la encadenación de una serie de acontecimientos desafortunados luego de que algo o todo nos ha salido mal.
 
Y ahí, en ese momento, mi imaginación vuela. No se detiene, evoluciona, no deja de maquinar resultados con su lógica interna, cada uno más absurdo que el anterior, aunque todos bastante aterradores.
 
Es lo que hay. 
 
 

6 comentarios:

  1. Es, por el momento, la única novela de Saramago que he leído y recuerdo que fue un regalo de no sé quién. Hace muchos años de eso. Me encantó esa irrealidad cotidiana del personaje protagonista, una actitud casi surrealista que, por su fondo de locura, me cautivó y me divirtió.
    A mi favor diré que no hay nada de ese personaje en mí, ja,ja,ja.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues te recomiendo seguirlo leyendo mi buen amigo, a mí me parece fantástico.
      Me has hecho reír, pues mira, yo me he visto tan claramente.
      Abrazos.

      Eliminar
  2. Me has hecho sonreir con tu presentación.
    Me encantas...
    jajajaja!!!!!!!!!!!!!!!!!
    Suerte
    y que la luz de la vida
    te acompañe siempre

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Tú también a mí, por cierto.
      Es sólo una canción que me gusta y que creo me queda bastante.
      Te agradezco mucho.
      Abrazos.

      Eliminar
  3. Ahora me has provocado... Ensayo para la lucidez y Ensayo para la ceguera han desfilado por mis ojos. Recuerdo que leí Ensayo para la ceguera cuando iba en metro a dar clases a la universidad, un día me pasé una estación, era tan intenso, me metí tanto en las descripciones magníficas, sentía la impotencia de la protagonista de ver y no poder decir ni casi hacer nada. Te recomiendo Las intermitencias de la muerte, yo me apunto este que mencionas.
    Abrazos Gildardo!!!

    ResponderEliminar
  4. :D Han sido tres este año, primero releí El evangelio según Jesucristo, que había vuelto a comprar en diciembre, porque no me lo devolvieron. Luego el Ensayo sobre la lucidez, que no sabía que estaba unido al de la ceguera, y luego este, hace no tantas semanas.
    Son párrafos tan largos que es difícil parar, jajajaja. Y luego esa forma que tiene de escribir, donde tienes que poner más atención para saber quién jodidos ha hablado, jajajaja.
    Te abrazo.

    ResponderEliminar