miércoles, 13 de enero de 2021

después del 2020

Se suponía que el año malo era el 2020. Parece que tanta gente se aferró a esa idea como otros más lo hacen a la de que al cambiar el calendario las cosas mejorarán, como si se presionara un interruptor. No se puede esperar un cambio de esa magnitid cuando es tan poca la gente que realmente se preocupa por los otros, cuando eres conciente de que tu propia familia muchas veces no toma ni siquiera las mínimas medidas. Y te das cuenta de cuánta suerte hemos tenido, y te pones a pensar en que esa suerte no va a durar siempre. Y luego ves que ayer hubo más de 1300 muertos, y preferirías no pensar en nada. Pero sabes que la suerte ha sido demasiada.

Luego, la publicidad se empeña en decir que hemos aprendido mil cosas y que somos mucho mejores de lo que éramos: empáticos y concientes, pero es quizá la mayor mentira que hayan dicho. Yo nos veo más estúpidos y muy cansados. Cansados de todo. Y la estupidez no deja de sorprender.

Y en ese apartado, me resulta risible que la gente le siga pidiendo a dios que termine con la pandemia, que compartan cadenas de oración, que pidan rezos por los enfermos. No puedo creer que la gente siga creyendo en esas niñerías. Como escribí hace ya bastante, dejaron de creer en los Reyes magos y el ratón de los dientes pero se aferran a un dios a todas luces fantasioso, ególatra y ausente.

Creo que es el cuento de siempre. Esperamos que alguien más haga algo mientras esperamos sentados. Por supuesto, el gobierno. Y en este mundo sin dios tampoco aparece un Bruce Willis, un Goku o el Capitán América para salvarnos el pellejo. 

Y mientras, esperas que tu familia tenga buenos pulmones y defensas sólidas porque parece un infierno la espera por una cama de hospital, y la antesala de la muerte.


4 comentarios:

  1. Es mucho más fácil pedir que hacer. Y ello me trae a la mente un chiste/historieta (no sé cómo lo llamáis en México) sobre un tipo que iba cada día a la iglesia a rezar ante Jesús crucificado para que, por favor, le tocara la lotería, pues andaba muy necesitado. Y así día tras día durante mucho tiempo. Hasta que un día Dios le habló y con voz atronadora le dijo: vale, hombre, de acuerdo, pero compra el boleto de una vez, carajo.
    Pues eso, si no hacemos nada, si no tomamos las medidas necesarias, si no cumplimos las normas a rajatabla, no nos podemos quejar de que las cosas no mejoren ni podemos echar la culpa solo al Gobierno y a un Dios inmisericorde.
    No sé por qué, pero creo que este 2021 ha empezado con mal pie.
    Un abrazo, amigo.

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    1. Lo mismo pienso amigo. Ha comenzado mal y quién sabe cómo continúe.
      Abrazos.

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  2. Hay un refrán que dice "A dios rogando y con el mazo dando" que, creo, tiene diferentes interpretaciones. La que a mí me gusta darle es que mientras pedimos, lo mejor es que también pongamos de nuestra parte para que las cosas se den, o nunca llegarán. Pero es más fácil quejarse, criticar y esperar a que otros nos solucionen nuestros problemas.
    Con la pandemia nos creemos inmortales, creyendo que siempre les tocará a otros. Dejamos de cuidarnos y, al hacerlo, también ponemos en riesgo a los demás. Mientras no aprendamos a pensar en nosotros y en los otros, no avanzaremos. Y en cualquier momento nos toca. Yo ya no me pregunto si me contagiaré o no, sino cuándo será. Por ahora lo he evitado.

    Un abrazo grande

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    1. Lo decíamos hace ya muchos meses Alís, en mayo creo, que no veíamos nada bien las cosas. Ahora no he visto información de Chile, no sé cómo estén.
      Acá el panorama luce terrible, y sólo pensar el tener que enfrentar la enfermedad da pavor.
      Te abrazo fuerte.

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