El pasado martes 8 murió Eduardo del Río,
a quien casi todos los mexicanos conocemos como Rius, de quien casi todos los
mexicanos hemos leído al menos uno de sus más de cien libros publicados.
Yo leí varios de sus libros cuando
estudiaba la preparatoria (Quetzalcoatl
no era del PRI, Compa Nicaragua, La trukulenta historia del Kapitalismo, Jesús
alias el Cristo, entre algunos otros), libros que se podían leer en una
tarde si no se tenía otra cosa que hacer. En esos días también, compraba El
Chamuco, una revista de crítica política hecha por brillantes caricaturistas de
los que el señor del Río era el líder.
Rius nos educó a millones de mexicanos
sobre temas tan variados de la forma más amena posible. Sus libros explican de
forma detallada y amena la manipulación de la iglesia o la estupidez de especie
humana, la historia del capitalismo o la realidad de la basura que comemos,
hablan de Cuba, de Lenin o de arte.
Y como Rius estaba consciente del país en
que vivía, a sus concienzudas investigaciones las acompañaban sus ahora míticos
monos. Viñetas de sencillos personajes explicaban todos esos asuntos para que
fueran lo más fáciles de digerir; vamos, que sus libros eran a prueba de
pendejos.
Deben haber mil historias que contar sobre
el querido Rius, el padre de la caricatura políticosocial en este país. Esto es
sólo una pequeña muestra de cariño para quien le ha dado tanto al jodido pueblo
mexicano.
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