Hay muchas frases beisboleras que se han
ido acuñando con los años, algunas que han permeado a varios aspectos de la
vida –al menos acá en México– como aquella de que esto no se acaba hasta que se acaba, y aunque el sentido estricto
de esta frase sólo sea beisbolero, ya que no es lo mismo que en un partido de
futbol quede un minuto en el reloj si pierdes por cinco goles, mientras que un
strike de vida es un mundo de posibilidades, literalmente.
Pero hay una frase que define al juego de
pelota (éste, no el de mis ancestros) Pitching
is the name of the game, Pitcheo es el nombre del juego. La cosa es clara,
de nada sirve un orden al bat lleno de grandes bateadores si no se tienen
buenos pitchers.
Recordé aquella gran generación de
pitchers de los Bravos de Atlanta de los noventas, aquella que decían que era
el mejor pitcheo abridor de las ligas mayores: Tom Glavine, John Smoltz y
primero Steve Avery, y luego quien ganaría cuatro Cy Youngs (el premio al mejor
pitcher del año) Greg Maddux. De hecho Smoltz y Glavine también ganarían esos
premios.
Pues ese gran pitcheo abridor sólo pudo
ganar una Serie mundial, en 1995 a Cleveland, teniendo que jugar siete partidos,
con un espectacular juego de 1 – 0 en el séptimo partido. Este grupo ganó más de diez
títulos divisionales y jugó cinco Series mundiales, pero sólo ganaron un
campeonato.
Tendría que revisar estadísticas porque
eso no lo recuerdo, para ver si es que les hicieron las carreras a estos
grandes lanzadores o si como dije en un posteo anterior no tenían un buen
pitcheo de relevo y sus grandes actuaciones valieron un cacahuate.
Generalmente la frase se cumple, lo saben
los rivales de Madison Bumgarner o de Orel Hershiser.
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