Que soy un anticuado, sí, lo soy. Que
tengo gustos de anciano. No creo. Sería más preciso decir que no me dejo
deslumbrar por modas y tendencias. No dejaré de escuchar a José José así hagan
cientos de covers u homenajes y le pongan “arreglos” modernos o vanguardistas a
canciones que son clásicos, y que como clásicos no necesitan que nadie les meta
mano; mucho menos un artistilla pedorro de moda.
Y sigo prefiriendo pasar horas jugando un
juego de mesa que pasarlas con el teléfono en las manos viendo mierda o jugando
en el aparato. Lo malo es que los demás si le han tomado demasiado amor a sus
teléfonos y aunque sí quieren jugar (Scrabble, Risk, Clue, Damas chinas o algo
más) se niegan a dejar el puto celular mientras jugamos. Y bueno, al menos
juegan, aunque haya que avisarles cada que les toca tirar los dados o pensar un
poquito en la posibilidad de una palabra.
No sé cuántas invitaciones de Candy crush
tengo que no he respondido porque no me interesa jugar esa mierda que dicen es
tan adictiva. Y siempre será mejor traer un libro en el bolsillo trasero del
pantalón para los minutos de espera. Nada nunca podrá superar las ventajas de
un buen libro.
Pero bueno, ya tengo Facebook. Y aunque
creo que tiene ocho cosas malas por dos buenas, se puede ignorar lo que no te
agrada y disfrutar de esas dos que hacen que valga la pena pasar los ojos por
cosas que no te crees. Que puedas encontrar a alguien de hace muchos años y que
le lleguen tus letras y tus histerias es lindo, más cuando te lo hacen saber.
La vanidad por delante. Y también llega a haber un meme realmente gracioso que
te hace reír sonoramente, y eso también se agradece.
Muchos dicen que tengo alma de viejo, o
serán sólo los gustos. No sé, estoy bien así. O sólo soy un amargado, como
decía Tamara. Un hombre gruñón que se la pasa quejándose de las cosas que han
cambiado y que no me parecen. Pero de algo hay que quejarse, ¿no?
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