Todos estamos sedientos de amor, no podría ser de otra manera.
Queremos querer a alguien que nos quiera aunque a veces con querer a alguien
nos conformamos.
El amor o lo que se supone que es el amor nos rodea a cada
instante: en las canciones que suenan en la radio o en nuestros reproductores
personales, en las películas que vemos en el cine, en la película pirata que
compramos o en la que reproducimos también ilegalmente por internet (bueno, que
esas películas sobre el fin del mundo no tienen sentido si no les enjaretan un
forzado romance de almas gemelas instantáneas).
Las frases que inundan las
redes sociales también son casi todas de amor en todas sus vertientes: desamor,
despecho, amor no correspondido, amor mal correspondido, supuesto amor propio;
y lo más anhelado aunque quizá más falso también: amor ideal. Y su falsedad no
es debido a lo que muchos atribuirían como, digamos, la utopía del amor, sino
porque el grado de enamoramiento (apendejamiento) de quien postea las frases lo
hace creer que la relación en la que está metido es de un amor puro y
celestial, y su ser amado es perfecto en toda su imperfección.
Y si bien ese enamorado no se cansa de gritar por todo el
ciberespacio lo feliz que es junto a su significant
other (me gusta mucho esa expresión anglosajona), quien carece de las
mieles de la reciprocidad amorosa parece no cansarse tampoco de gritar, aún más
fuerte, lo feliz que es sin la necesidad de tomar la mano de nadie en ningún
lugar, ni de dar ni exigir un tequiero diario junto a esas caritas que besan
con un corazón saliéndoles de la boca.
Dicen quienes se creen sabios que nunca
debes dejar que los demás te vean llorar, así parece que también debe ser con
el amor, que nadie sepa cuánto anhelas amar y ser amado, bueno, tener a alguien
para que te acompañe a la boda de la tía que creíamos que ya no se casaría.
Ahora no sabes que es mejor, ser parte de su club de solteronas o que tengan un
estúpido argumento para señalar que a pesar de tu edad todavía tienes chance de
no quedarte sola. Que nadie sepa lo solo que estás ni cuánto desearías
encontrar una persona común que te quisiera. Sólo eso.
Se llora en soledad y
sin testigos, se anhela igual, pero se guarda con mayor fervor la secrecía.
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