miércoles, 21 de febrero de 2018

las comas


Creía que la coma era el signo más fácil de colocar, de hecho creo que cuando uno aprende puntuación es el primer signo al que se enfrenta. Y quizá no sea el signo más fácil pero sí el más popular. Es el que vemos en todos lados, seguramente de ahí viene su lugar en la enseñanza. También es el que tantas veces se omite.

Pero la coma además de usar la función para la que fue diseñada usurpa funciones de otros signos que se quedan relegados, como el punto y olvidados por completo como el punto y seguido.

A veces cuando escribo batallo mucho más de lo que debería con este pequeño carácter. Lo escribo en un lugar de la oración pero al releer se ve totalmente fuera de lugar. Vuelvo a leer y vuelve a leerse mal, y así en cada relectura siguiente. Bueno, que lo que más me corrigió Gavrí para el libro fueron comas, y se queda uno con cara de imbécil pensando cómo es que no se dio cuenta de que la coma queda mejor donde te han dicho que donde la habías dejado tú. ¡Pues si lo he releído varias veces! Te hace pensar que a veces se movieran las malditas por puro joder.

Pareciera tan sencillo su uso cuando se explica en esas difundidas postales sobre cómo cambia una oración con y sin ella, o en aquella célebre explicación que da Cortázar. Pero no es así.

Ahora las respeto más, eso es seguro.


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