"Verás, hay un tipo y todo el mundo estaba allí, ¿cierto? Le toca exponer lo que todos tienen dentro de la cabeza. Empieza el primer tema, después desarrolla las ideas, y la gente, sí, sí, y lo consigue, y entonces sigue su destino y tiene que tocar de acuerdo con ese destino. De repente, en algún momento del tema lo coge... todos levantan la vista y se dan cuenta; le escuchan; él acelera y sigue. El tiempo se detiene. Llena el espacio vacío con la sustancia de nuestras vidas, confesiones de sus entrañas, recuerdos de ideas, refundiciones de antiguos sonidos. Tiene que tocar cruzando puentes y volviendo, y lo hace con tan infinito sentimiento, con tan profunda exploración del alma a través del tema del momento que todo mundo sabe que lo que importa no es el tema sino LO que ha cogido... –Dean no pudo continuar; sudaba al hablar de aquello".
Este es un fragmento de la tercera parte de En el camino de Kerouac, libro que he de decir, empecé a leer hace dos años pero que no me atrapó, ni me pareció la gran cosa como para tener tantas reverencias hechas a lo largo de muchos años. Ahí se quedó esperando en mi buró, viendo como acariciaba a otros antes que a él. Llevo ya un rato leyendo dos libros en simultáneo, uno es el que leo por las noches y otro el que llevo a donde voy, el que me acompaña mientras espero. Luego de viajar con Ficciones decidí darle otra oportunidad y lo tomé como compañero de camino. Esta vez lo acepté de buena gana.
Esto lo leía hoy, mientras esperaba el autobús. Luego de leer lo que he puesto resaltado con negritas me vino a la cabeza la sentencia del perfil de mi amigo Gavrí: un escritor es alguien que escribe lo que le pasa a todos los hombres. Al escritor le toca exponer lo que todos tenemos dentro. Ahora pienso en lo que hace dos días me dijo una amiga de la universidad respecto al título de mi libro, Apuntes de un hombre ordinario: "no sólo son cosas que piensan los hombres".
En el párrafo, Dean Moriarty (Neal Cassady) habla sobre la extraordinaria ejecución de un saxofonista, pero su descripción me ha parecido muy cercana traspolándola a la escritura. Hay veces que estás en la zona, o como lo describen ellos, LO has cogido.
No es algo que puedas planear, es algo que pasa. No sé si sea el encuentro fortuito de varias venturosas casualidades o que aquella musa pasó a besar tu frente, pero pasa. Y cuando pasa, cuando lo consigues, cuando lo coges, es magia. Y entonces no puedes parar de teclear, y experimentas un estado de excitación y ansiedad difícil de describir y se "llena el espacio vacío con la sustancia de nuestras vidas, confesiones de sus entrañas, recuerdos de ideas, refundiciones de antiguos sonidos". Y quienes se acercan lo reconocen, porque el destello es evidente.
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