miércoles, 17 de mayo de 2017

Apuntes sobre el escribir III



Estas letras salen de una reflexión de Gavrí Akhenazi sobre el estado actual de la gente que escribe, a propósito de un texto sobre dos jóvenes escritores (Jorge Ángel Aussel y Simón Virdaén). Más allá del elogio del veterano escritor está anidada la crítica al momento que viven las letras y la literatura, un momento en el que cualquiera que tenga los medios para hacerlo puede publicar un libro, el único requisito es la plata.

Escribir no es sólo juntar palabras. No es sólo escribir lo que uno siente, lo que se desborda del alma, lo que necesita salir. No es sólo escribir lo que se quiere de la forma en que se puede, porque es así, escribimos como podemos, con los pocos o muchos recursos que tenemos. Y más allá de la poca habilidad para "juntar palabras" éstas deberían estar al menos correctamente escritas, con los acentos bien puestos y las comas donde hacen falta.

En lo que respecta al estilo, creo que se tiene o no. A veces ahí está y sólo hay que rascar un poco para descubrirlo, con esa práctica que hace maestros o los acerca a lo que desearían llegar a ser. Si no está, si no se tiene, no veo de dónde pueda sacarse. Esas cosas no se compran.

Aquí las palabras de mi amigo:

“aunque todo mediocre usa la muletilla de “solo escribo sentimientos”, para que los sentimientos realmente lleguen al lector potencial en toda su magnitud, hay que saber cómo se escriben. Hay que tener una forma personal, diferenciable, única, para escribirlos.

Estamos en el centenario de Juan Rulfo, alguien que superó por lejos con su obra el momento literario en que la escribió. Salió de los moldes, fue un creador esencial, materia pura de talento y fuerza narradora.

Eso es un escritor. Cualquiera sea el estilo que un escritor elija para expresarse, es un tipo al que no alcanza la estadística, se halla fuera de la media y no queda atrapado en el desvío estándar. 

Juntar palabras no es escribir. 

Juntar palabras que ya escribieron otros, no es escribir. Hay que saber juntarlas de otra forma y trabajar en lo diferenciable, porque lo que hace bueno a un escritor es diferenciarse (más allá de la cantidad de promiscuidad que han insertado las editoriales en el seno mismo de la creación literaria).

Todavía nacen de esos, de los de raza, en este mundo tecnológico e individualista que destruye los idiomas y mete todo en la bolsa de los gatos pardos. 

Estos dos muchachos son el ejemplo de que pese a internet, siguen naciendo escritores y que la literatura no es aún un arte menor, condenado a la desaparición bajo el peso de los emojis.”


No hay comentarios:

Publicar un comentario