Cantas, totalmente convencido, basado en
una evidencia que quizá sólo tú veas: que
te va a extrañar en sus paseos por el jardín, cuando la tarde llegue a su fin;
que te va a echar de menos cuando vea la lluvia y no esté junto a ti y buscará
tu mano para apretarla fuerte y va a maldecir; o que sabes que no puede ni
aunque intente olvidarte, que siempre volverá, una y otra vez. Cuando la
realidad es que sólo quisieras que así fuera. Que te extrañara aunque sea un
poco para que en algún momento decidiera volver. Pero no lo sabes. Sólo sabes
que tú sí la extrañas y la piensas y la deseas cada puto día que pasa. Tú eres
el que la extraña y la echa de menos y no puede olvidarla, pero tampoco quiere.
Ella, quizá. Quizá no.
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