En una plática de sobremesa, entre los
muchos temas triviales que hicieron su aparición, salió, de mi boca, la
insoportable experiencia de que pateen tu asiento en el cine.
En la experiencia que tengo sobre el ir al
cine a disfrutar la exposición cinematográfica, recuerdo que antes, este
molesto asunto de los pateaasientos era una caso esporádico, algo que rara vez
te pasaba. No era algo en lo que pensaras a la hora de escoger el lugar en que
querías sentarte.
Pero ahora sí. Será que la estupidez
humana se ha multiplicado mucho más de lo que creo que lo ha hecho, que el
egoísmo rampante no permite que la gente pueda ver que no está en la sala de su
casa sino en un espacio público, conviviendo con otras “personas”. Será el
sereno, como decía aquella fodonga mujer, pero la cosa es que pasa, mucho más
de lo que yo quisiera.
Dentro de la charla yo decía que ahora,
siempre busco sentarme en los lugares de la última fila para evitar a esta puta
gente. Luego, una de las comensales me recriminó que era yo quien atraía a esta
gente hacia mí, debido a que me la pasaba pensando en que iban a patear mi
asiento, razón por la que estos imbéciles deciden –mágicamente– sentarse detrás
de mí y joderme la función.
Mas o menos le respondí que estaba loca
con sus teorías pendejas, de la manera más amable que pude, pero sí dejé claro
lo estúpido que me parecía su argumento.
Pocos minutos después, mi tío, esposo de
la susodicha sabionda, dijo que cuando compra boletos para viajar en autobús
siempre escoge su asiento en la columna situada detrás del conductor, entre la
cuarta y sexta fila, debido a que en caso de que ocurriera un accidente su
lógica le dice que en ese lugar sería donde sufriría los menos daños posibles.
Seguramente fueron mis ganas de joder, las
que objetaron que si lo que su esposa decía era cierto, entonces, mi tío, con
su ritual de elección de asientos, lo que en verdad hacía era atraer los
accidentes hacia él. Estaba pidiendo un accidente de la misma manera en que yo
pedía un pateaasientos cínico en el cine. Porque si tanto piensa en evitar el
daño en un posible accidente, en realidad lo está atrayendo hacia él.
Es obvio que no supo qué más decir. Lo que
quisiera saber es si sigue cultivando esa filosofía tonta. O quizá era ella la
que quería joderme a mí.
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