Terminé de leer Un gran chico (About a boy) de Nick Hornby. Lo comencé a leer en
febrero pero tras unos pocos capítulos se me atravesó el Juego de tronos y fui rehén de la pasión sanguinaria del señor
Martin y de mi admiración para su obra. Pero eso no es lo que quería contar.
La película –que me encanta, no sólo
porque sale Rachel Weisz– se corresponde casi totalmente con el libro en el 85%
de sus páginas, siendo la parte final en la que se da la ruptura entre lo que
ocurre en el papel y lo que ocurre en celuloide. La razón de esto es muy obvia,
en el cine hace falta síntesis y contundencia. Aunque debo decir que la manera
en que decidieron concluir la película me gusta mucho (ya he dicho que me gusta
cantar, verdad), y este cierre engloba el sentido de lo que pasa en el libro,
sólo que con más punch.
El sentido de la vida, el suicidio, el
lugar que tienen los demás en nuestra vida, el amor, tienen una mirada muy
particular al ser observados por dos chicos que aunque tienen una diferencia de
edad de 24 años (Marcus 12, Will 36), descubren a la par, nuevas perspectivas y
sentimientos que se han desencadenado mutuamente.
Difícil saber quién aportó más a la vida
del otro. Algo que no importa, mientras cada uno sea una pieza dentro de la
pirámide humana de su nuevo amigo.
Es un libro muy disfrutable, con la mezcla
perfecta de humor y reflexión.
Ahora debo conseguir el Choque de Reyes.
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