Lo conocí por una casualidad (creo en
casualidades y en azares), aunque alguien más romántico dirá que fue el destino
el que nos reunió en ese pequeño diálogo virtual en el que me dieron ganas de
opinar; separados por varios miles de kilómetros y unidos por el idioma que
heredamos. Tras la afortunada conversación decidimos seguir nuestros pasos
virtuales y un buen día tenía un comentario suyo en el blog, un comentario de
este escritor que decía que un escritor es quien escribe lo que le pasa a todos
los hombres.
Días después fui a su guarida, de aparente
maldad, donde pude leer textos entrañables, desgarradores, de una demacrada
belleza que no he podido encontrar en otro lado; también había poesía salida
del alma de un hombre honesto y generoso, como descubrí al correr de las
semanas. De esto hace ya tres años y medio.
Me invitó a participar en una Comunidad
que parecía ser diferente a todas las otras, y lo era. Un lugar donde se pedía
el involucramiento con los demás antes que el egoísmo personal. Un lugar donde
pude deleitarme con poesía y prosa de la más alta categoría. Un lugar donde
hice buenos amigos que todavía conservo. Un lugar donde me gustaba estar y
donde me sentía a gusto.
Mi amigo es Gavrí Akhenazi, el cuervo, el
comanche; un hombre íntegro, generoso, honesto e implacable, con palabras
precisas que acarician o golpean. Un novelista prolífico con una obra que a
nadie deja indiferente.
Lo conocí de a poquito, me fui enterando
de su vida con pinceladas pausadas. Descubrí, totalmente impresionado, qué era
lo que hacía con sus días y sus noches, dónde transcurrían y haciendo qué. Lo
admiré más todavía, lo sigo haciendo.
Cuando me aventuré con mi libro recurrí a
él no sólo por su conocida generosidad sino por lo implacable de su opinión. Y
aunque me aterraba un poco recibir una respuesta desfavorable para mi escrito
sabía que el afecto que ya nos teníamos no interferiría en su opinión. Que
sería sincero. Además de su opinión, sus sugerencias y su visto bueno, me
obsequió un prólogo entrañable que atesoro en el alma, que puedo presumir como
algo valiosísimo.
Creo que la vida le debe años de gozo con
esta nueva familia que se ha apropiado. Sé que la vida no es justa, pero me
gustaría muchísimo que lo sea para él.
Podría decir muchas más cosas pero no
quiero ser –más– redundante. Si alguien no lo conoce este es su blog. Vayan con
tiempo porque es adictivo: lamaldadaparente.blogspot.com
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