Todo el pueblo puede ver y recordar cómo
era de pequeño. Todos. Los que me conocen y los que no. Todos los que aquí
viven desde hace al menos treinta años. Pero cualquier visitante puede ver y
fisgonear mi crecimiento en imágenes, con sólo entrar en el establecimiento
familiar y echar una rápida mirada. Cualquiera que llegue a las Fotos López.
Pueden ver mis grandes orejas y mis
dientes chuecos antes de los brackets, y luego ya con ellos, en todas las fotos
de la infancia; en la de la primera comunión y en aquella de ese día de campo
que tanto disfruté donde se me ve tan feliz con esa desgastada playera de
Winnie Pooh que no quería quitarme, y que un día ya no me pude poner. También
están a la vista retratos de esa entrada a la adolescencia en la que poco a
poco se va deformando el rostro y aparecen los incomodísimos barros que no
quisieras volver a ver en tu rostro, mucho menos que todo el pueblo los pueda
ver.
Mi padre también exhibe mis fotos de bebé,
mis “caritas”. Se supone que a la gente le deben dar ganas de mandar a hacer
esas fotos para sus hijos viendo mis –para mí– absurdas caras. Incluso esa en donde hacen llorar al niño
para también tener constancia de su infelicidad (un extraño lo hizo llorar con
la autorización de sus padres, qué mierda).
Lo peor es cuando me toca atender el
negocio. Por lo general es cuando llega una señora que dice: “ay pero mira que
lindo estabas”, “ay mira que simpático estabas aquí” o cosas peores, mucho
peores. La mayoría de las veces me limito a sonreír, debo ser amable siempre,
eso lo tengo bien aprendido.
A mi novia no hubo necesidad de enseñarle
con vergüenza los álbumes familiares, desde las primeras semanas de relación ya
se había adentrado a mi intimidad, bueno, igual que todo el pueblo.
Supongo que lo mismo vivirá mi hijo que
recién nació, le ha llegado el momento a mi padre de renovar los retratos, para
pesar del pobre niño.
Creo que los padres ven a sus hijos con una mirada idealizada: un poco como ese anhelo de trascender que se ha cumplido y un poco con ese amor con que sólo se ver a los hijos y que muchas veces no se puede expresar cabalmente, por lo que usan clichés, frases que usan otros para hablar de un sentimiento que es tan personal y profundo,
ResponderEliminarPor algo son clichés los clichés, jajaja. Tienes razón, y sí, es difícil de explicar.
EliminarAbrazos.