Parece ser que Gil será un fan mucho más fervoroso de lo que yo soy de nuestro admiradísimo Juan Gabriel, Juanga pa los cuates. No sólo está el hecho de las herencias culturales paternas aunadas a todo el amor que me tiene y que me demuestra cada día: ese querer compartir los gustos de su padre. También está, creo que con mucha mayor influencia, el hecho de que le haya tocado vivir la muerte del gran ídolo, y con ella la avalancha que se nos vino sobre su vida y sus canciones, sobre la obra del Divo de Juárez. Seguramente la amalgama de ambas.
No sólo fue el escuchar y escuchar y
escuchar sus canciones, y conocer datos y anécdotas sobre su vida, también tener
acceso a esa serie televisiva sobre él, y ver la conmoción que se vivió no sólo
en México. Gil descubrió la magnitud de uno de los ídolos de su padre, ese del que hacía pocas semanas había renegado.
Además están esas 120 canciones de la
antología que me regalara Tamara, que nos enseñó tantas canciones de las que no
tenía yo conocimiento o recuerdo. Que están ahí ahora para que Gil escuche el
disco de su elección las veces que quiera. Para que las disfrute.
Y siendo tan iguales como somos, que
disfrutemos cantando juntos las canciones de nuestro Juanga. Ya les enseñaré
algún video la próxima vez que cantemos. Si es que no olvido pedirle a alguien
que nos grabe. Porque con tragos encima luego todo se me olvida.
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