Recuerdo una vez haberme quedado perplejo
(aunque sin abrir la boca) ante lo que le escuché decir a una doctora amiga de
mi hermana. Esta mujer dijo que tenía unos zapatos que le gustaban muchísimo –o
muchisísísísímo, no lo recuerdo bien– pero que ya no usaba porque habían pasado
de moda. ¿Es en serio? pensé, completamente incrédulo. Digo, no conozco a esta
persona pero me parece absurdo que alguien de su edad y con sus estudios piense
lo mismo que la señora de la estética que ha pedido le renueven el peinado por
uno al “último grito de la moda”. No me lo creía pero lo tuve que aceptar.
Luego comprobé que esta doctora es algo
imbécil porque también dijo que se buscaría un novio más bajo que ella ya que
eso se había puesto de moda, que estaba en tendencia pues. ¡¡¡Es en serio!!! O
será quizá que alguien tan amargado como yo no puede entender estos pequeños
placeres de la gente común que añora ser admirada por su persistente afán en
estar a la moda.
Pero ya dice la sabiduría popular que de
la moda lo que te acomoda, vamos, que no a todos nos queda la barba larga ni a
todos les crece de manera que la puedan dejar larga sin que cause risa por su escasez.
Ni a todas les queda ese corte tan peculiar que puso de moda Miley Cirus.
Y aunque no me volví a dejar crecer la barba por un asunto de moda ni cosa parecida, parece que sí ha influido en mi
percepción estética eso de dejarla crecer bastante. Creo que de tanto ver barbas crecidas me parece ahora que se ven
bien, porque en los ocho años previos en que no me había rasurado nunca la dejé
crecer más de tres o cuatro centímetros. No me gustaba como se me veía, ahora
sí. Pero como dice mi buen Fernando Delgadillo todos estamos influenciados. Qué
le hacemos.
Luego recuerdo a mi abuelita decir que aun
si la mona se viste de seda mona se queda. Y no se ve nada mona.
No hay comentarios:
Publicar un comentario